¿DE QUIÉN ERES QUE POR LA CARA NO TE SACO?

UN FRAILE VENTURREÑO EN LA HABANA

Manuel Cólliga García (Venta del Moro, 20 de Diciembre de 1933)

Autor: Javier García Moreno (Chole).(texto y fotos)

Unos afectuosos y cálidos abrazos presiden este encuentro, los abrazos de Manolo Cólliga y de su sobrino Fernando "Burguitos" que envuelven, estos momentos previos a la entrevista, de una sensación de bienestar poco común.

Manolo Cólliga trae magia a la mesa, su tez morena, su mirada bonachona y su sonrisa perenne se acercan mucho a la imagen de un nativo cubano; si no lo supiese diría que es un cubano de pura cepa.

Manolo, hijo de Ricardo Cólliga y Anastasia García nació en la calle del Aire de nuestro pueblo (en la casa del Tío Millán y la Tía Ricarda, centenaria recientemente fallecida) "el nombre de la calle en la que nací es hermoso" me comenta sonriendo; su madre Anastasia era hija del Tío Borrega (Francisco García) y su padre era conocido como Ricardo "el Cólliga".

Manuel Cólliga García

A Manolo se lo llevaron del pueblo a los pocos meses de nacer, a Valencia, pues problemas de salud de su madre que fue largamente hospitalizada provocaron la salida de la familia hacia la capital; no volvió a su pueblo hasta cumplir los siete años, después de que a su padre Ricardo que era albañil lo contrataran como peón para construir y reformar el antiguo cuartel de la Guardia Civil, el lavadero, y unas reformas de la parroquia:, "vivíamos en el Callejón de la Torre y pasé tres años maravillosos en el pueblo, recuerdo el colegio y el frío, cuanto frío se pasaba en aquel tiempo" apostilla, "mi padre no solo era albañil, era un "artista", era músico y tocaba el clarinete y otros instrumentos en la humilde Banda de Música del pueblo" "fíjate, ejercía hasta de sacristán, lo llamaban para cantar las misas de difuntos en latín; y hasta dirigió a su manera a un grupo de entusiastas jóvenes venturreños a los que les gustaba el teatro y ensayaban en la casa",

A partir de entonces regresaba al pueblo únicamente en vacaciones a casa de sus tíos Millán y Ricarda; recuerda esos veranos junto a su primo Rafael Blasco "que tenía una sastrería, íbamos a cazar conejos con perros y un hurón que hacía las veces de cebo, siempre me han gustado los animales, recuerdo la urraca de mi primo Rafael, ¡qué pula era!". Una de sus tías, Gregoria, estuvo sirviendo años en casa de la familia Cases, y Manolo acudía con frecuencia a jugar con uno de sus hijos, Miguel, "íbamos a menudo a jugar al Vinillo (Pino del Tío Quilibios), ese pino grande y enorme en lo alto de una loma que se ve desde todo el pueblo".

Por su familia corre sangre de "artistas", su padre Ricardo, su cuñado "el gran Burguitos" y su sobrino, mi querido amigo Fernando Burgos "Burguitos" polifacético artista donde los haya.

De nuevo en Valencia, Manolo estudió en la Escuela del Ayuntamiento y a los catorce años aprendió el oficio de ebanista en la fabrica de Mariner, asimismo se enroló en el Patronato de la Juventud Obrera; "era una Sociedad de gente pobre, humilde, que tenía inquietudes culturales muy vivas". Allí fue donde le vino la "vocación", un día al salir de la Sociedad, de vuelta a casa presenció una escena que marcó su vida para siempre: "frente a mí, a lo largo de la calle observé a dos jóvenes obreros como piropeaban lindamente a una chica hermosa y bien plantada que andaba por allí, cuando más adelante, en la misma calle salió de su patio, otra joven hermosa pero impedida físicamente, en su silla de ruedas, la cual al llegar a la altura de los dos jóvenes fue ignorada por completo; esta sencilla visión cambió mi vida".

"Me hizo reflexionar mucho, a partir de ahí entendí el sentido de mi vida y que necesitaba cuidar e intentar hacer feliz, hacer sentir bien a gente impedida, enferma.....así ha sido desde aquel día".

Acudió entonces al Hospital San Juan de Dios en la Malvarrosa y, viendo lo que allí había, decidió hacerse fraile; lo cual no impidió provocar un serio y profundo disgusto a su familia más cercana, que no aceptaban su decisión.

Tuvo que esperar unos cuatro años antes de ingresar en la Orden, ya que se libró del Servicio Militar por ser en ese tiempo cabeza de familia. En ese periodo Manolo, realizó actividades culturales tan variopintas como locutor y presentador de radio "entre otros famosos de la época presenté a Antonio Machín en el Asilo de las Hermanas de los Ancianos Desamparados de la calle Sagunto", actor de teatro aficionado, teatro de guiñol y dirigió la representación de algunos de los "Miracles de Sant Vicent".

Al fallecer su madre, Anastasia, ingresó en la Orden y transcurrieron varios años como postulado en Sant Boi, como noviciado en Calafell, ayudante de Escolanía en Zaragoza, estudiante de Ciencias Religiosas y Pre en Salamanca y después de nuevo en Sant Boi como maestro de aspirantes, para acabar en Madrid como maestro de novicios.

Manolo voló a La Habana, Cuba, con 48 años, "fue la voluntad de Dios" dice compungido. Allí se fue como Formador.

"La situación de los pocos Hermanos -ya muy mayores- de la Orden en Cuba era terrible, por no tener, no tenían ni agujas para coser, no tenían nada absolutamente, el racionamiento era grande, la escasez tremenda y los únicos ingresos para subsistir eran los que facilitaban escuetamente las familias de los ancianos ingresados en Hogar y Hospital Psiquiátrico que dirigían los Hermanos".

Llegó a La Habana con dos Hermanos mejicanos, al aterrizar las autoridades le incautaron todos los apuntes y libros religiosos que traía de España.

Manolo guarda buenas palabras -entendiendo el régimen político y agnóstico- para el gobierno de Fidel Castro, "Fidel nacionalizó todos los Psiquiátricos del país, menos el nuestro, pues su Gobierno consideró que la labor de la Orden quedó demostrada como "no lucrativa", "a finales del 84, la Asamblea de Poder Popular -similar al Congreso de los Diputados en España- con Fidel Castro al frente, evaluó los Centros de Ancianos del Estado cubano y preguntó: Señores...¿Ustedes han visitado los Centros dirigidos por religiosos?, lo preguntó tres veces y al final encontró la respuesta, "No, mi Comandante", entonces Fidel dijo: "pues hagan el favor de visitarlos, pues tengo informes de que funcionan muy bien, rentabilizan mucho mejor, al final pensaré que los frailes y las monjitas son más comunistas que nosotros". Hubo risas entre los asambleístas pero aquella sugerencia de Fidel supuso un gran cambio de actitud del Gobierno hacia la Orden. "Hasta hoy la relación con el Gobierno de Fidel es cordial y respetuosa, desde aquel entonces nos integraron en la Red de Salud Pública, y recibimos ayudas en moneda nacional, sillas para inválidos, mecedoras, utensilios diversos y hasta un auto hada Combi ruso, etc.."

Actualmente, Manolo es el Director Gerente del Hogar Clínica San Rafael en La Habana, donde trabajan cuatro Hermanos y tres Hermanas de Santa Ana que son las que atienden y cuidan las mujeres enfermas; además son muchos los jóvenes novicios que rotativamente ayudan en todas las tareas y necesidades del Hogar.

Manolo vuelve a España cada dos años, regresa para visitar y sentir a sus familiares, necesita su cercanía, también pasa uno o dos días por su pueblo, donde se nutre de recuerdos, donde se nutre de ese "aire" especial como el nombre de la calle que le vio nacer.

Manolo no quiere concluir este encuentro sin antes decir que en Cuba se siente como en su casa, y que los españoles son muy queridos allí: "ellos siempre dicen que la guerra con España fue una guerra necesaria, no una guerra querida o intencionada".

"En todos mis años en Cuba me siento humildemente partícipe de tres logros importantes: la fundación de otro Hogar en el centro del país, en Camagüey, algo no común y difícil de culminar fuera de La Habana; también de la formación de equipos de visitadores de enfermos a domicilio (Pastoral de la Salud) donde congregamos a cuatro mil visitadores voluntarios que atienden a unos diecisiete mil enfermos por toda la isla, su labor humana es increíble de forma espiritual o material con aporte de ropas y medicinas; y como no, esa fecha próxima del 29 de Noviembre de este año, donde va a acontecer un hecho increíble e insólito tratándose de un país comunista y agnóstico: la beatificación en Camagüey, en Cuba, de un Hermano de nuestra Orden, el Padre Olallo, cubano de origen, al que la Iglesia le reconoce un milagro con una niña de tres años diagnosticada, desahuciada y enferma de cáncer de vejiga, por la que el Padre Olallo pidió ayuda al Divino y sanó; los médicos especialistas y autoridades en la materia cubanos no encontraron explicación científica y así lo certificaron"

Manolo Cólliga, ese fraile venturreño en La Habana acaba diciendo, con los ojos tornándose acristalados: "ya me puedo morir tranquilo con todo lo que hemos conseguido en Cuba durante este tiempo".

Encontró en Cuba el sentido de su vida, a su manera, fabricando felicidad para aquellos que la necesitan, faltos de comprensión y huecos de cariño.

El fin de su estancia en España se acerca y ya piensa en la vuelta, pero también piensa con su querida Habana, con sus Hermanos y con todos aquellos a los que atiende. No pasa ni un segundo de charla sin tener presente el dolor y los daños ocasionados recientemente por los huracanes Gustav e Ike en toda la isla, pero ansia llegar para ponerse manos a la obra con ilusión y entrega.

Le regalo un ejemplar del libro "Cien años de imágenes de Venta del Moro" y una cálida lágrima suspende de emoción; "siempre, siempre allí a donde voy y me preguntan, digo: yo soy de la Venta del Moro, un sencillo pueblo de la provincia de Valencia, España, ahí y nací en la calle de Aire......"

Bienaventurado seas, amigo Manolo

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

Lebrillo 26