Venturreños por el mundo
LENA DEL BARRIO O LA MEMORIA DEL EXILIO
Autor: Ignacio Latorre Zacarés
Generalmente, cuando se habla de los emigrantes venturreños que salieron durante el periodo de autarquía franquista hacia otros países europeos (Francia, Alemania, Holanda, etc.) casi siempre se identifica como causas económicas las que les condujeron a una decisión tan dolorosa. Pero no siempre es o ha sido así. Otras veces fueron razones políticas y/o ideológicas las que obligaron a marchar al exilio a familias venturreñas. Éste es el caso de Lena del Barrio Giménez, hija de venturreña, quien se exilió con 5 años con sus padres a finales de febrero de 1939 a Francia.
Lena nació el 29 de junio de 1933 en Barcelona, hija de José del Barrio Navarro, natural de Valladolid y Amadora Giménez Márquez, venturreña. Sus abuelos maternos son Servanda Márquez Játiva también de Venta del Moro y Joaquín Giménez Murcia, de Casas Ibáñez. Es decir, toda la línea materna de Lena procede de Venta del Moro, aunque no posean apodo o mote familiar.
De pequeña, aunque vivían en Barcelona, acudían con frecuencia a Venta del Moro a casa de los abuelos hasta 1938. Así pues, Lena salió de España con 5 años, pero se le quedó grabado sensorialmente un recuerdo de sus estancias como niña en Venta del Moro: “el olor de la calabaza al horno que hacía mi abuela Servanda. La primera vez que retorné del exilio a Venta del Moro, en 1979, enseguida pedí que me hicieran una calabaza al horno”.
Pero la vida de Lena del Barrio no se puede entender sin conocer la trayectoria de sus padres. José del Barrio Navarro (Valladolid 1907-París 1989) fue un obrero que alcanzó una alta significación política desde fechas tempranas. Ingresó muy joven en el Sindicato de Aprendices Metalúrgicos de la CNT de Valladolid. A los 16 años, en 1923, se trasladó a Barcelona por motivos económicos e ingresó en el PCE (Partido Comunista de España).
En 1927 fue nombrado secretario general de la Unión de Juventudes Comunistas de España que se acababan de crear. En 1933 fue nombrado secretario del Sindicato Metalúrgico y después secretario general de la UGT de Cataluña. Al empezar la Guerra Civil de 1936 fue miembro del Comité Central de Milicias de Cataluña y organizó la 27 División del Ejército de la República de la cual fue comandante durante la primera parte de la guerra hasta que se le confió el mando del XVIII Cuerpo de Ejército del que fue comandante jefe hasta el final de la guerra (1939). Fue cofundador del Partido Socialista Unificado de Cataluña (PSUC) al mismo tiempo que formó parte del comité central del PCE. En julio de 1939 acudió a Moscú para presentar el primer informe del partido sobre las causas de la pérdida de la guerra (informe que fue rechazado por la Internacional). En total desacuerdo con la política del PCE y con la dirección de la Internacional Comunista (fue el único dirigente comunista español en alzar la voz contra sus dirigentes), en 1943 fue expulsado del partido, lo que pudo costarle la vida, pues un grupo de comunistas fanáticos intentaron matarle. Durante el exilio fundó con otros expulsados el Movimiento Acción Socialista de oposición rotunda al régimen franquista y favorables al advenimiento de la III república española. Tras la instauración de la democracia en España pasó a ser militante del PSC (Partido Socialista de Cataluña) hasta su muerte en 1989. Los años de privación y lucha lo dejaron delgado y con el cuerpo maltratado tal como lo define en un emocionante artículo el histórico dirigente del PSC Joan Reventós (“La coherencia de les conviccions” Diari de Barcelona, 28 de septiembre de 1989, p. 13). Su archivo personal con recortes de prensa, documentos, mapas, memorias, fotografías y cartas fue donado al Centre d’Estudis Històrics Internacional y ahora mismo se custodian en el archivo de la Biblioteca de la Universitat de Barcelona.
Su madre, la venturreña Amadora Giménez, ya muy jovencita tuvo que emigrar del pueblo a Barcelona por motivos económicos, sin poseer aun formación política. Sin embargo, cuando empezó en 1930 a trabajar en la fábrica de Lámpara Z, sucursal de Philips, en un taller de fabricación de bombillas, sintió pronto como una gran injusticia el hecho de que haciendo el mismo trabajo que un hombre le pagaran mucho menos por ser mujer. Ahí empezó a reflexionar sobre otras injusticias obreras, sobre sus causas y efectos. Así pues, su madre dispuso también de una clara preocupación ideológica por el movimiento obrero.
A finales de febrero de 1939, casi al final de la guerra, la pareja con su pequeña Lena se exiliaron a Francia. El padre estuvo en principio al campo de Saint Cyprian y madre e hija en el de Argeles sur Mer. Estuvieron muy poco tiempo por el norte de Francia y después fueron a Orleans. Finalmente recalaron en París durante 57 años. Actualmente, Lena vive en un encantador pueblecito a las orillas del Loira que se llama La Chapelle St Mesmin.
¿Se perdió el contacto con Venta del Moro? Lena nos responde: “Nunca. Venta del Moro siempre estuvo presente en nuestra casa. Hemos mantenido siempre contacto con nuestra familia. Primero por carta, después por teléfono y ahora con todos los medios posibles: carta, teléfono e Internet”. De hecho esta entrevista se realiza por medio de varios correos electrónicos.
Los recuerdos de la Venta siempre estaban presentes en el ámbito familiar: “Mi madre me contaba que de pequeña iba a buscar agua en un jarro grande de la casa de mis abuelos hasta una fuente que existe todavía y que el camino le parecía cada vez más largo. También me contaba la expedición de la familia, mi abuela y sus hijas a Utiel (mi abuelo trabajaba a temporadas en el sur de Francia y enviaba su paga cada mes) en un carro tirado por un caballo. Esa expedición era el acontecimiento mayor para ellas, por el viaje: salir al amanecer, volver al anochecer, comprar -palabra mágica , por la excitación al ver las maravillas de la ciudad, por la alegría y la fiesta de ese día. Me contaba como jugaba con sus hermanas después de haber hecho el trabajo que le mandaban sus padres. Mi madre me contaba más su vivir de aquella época que del pueblo en si mismo”.
“La presencia de la Venta en casa estaba siempre. Se imponía en un momento dado en nuestro hogar. Así pues, cuando estoy en la Venta me encuentro en casa”. A Lena aun le hace gracia cuando a su madre de vez en cuando se le escapaba un “!Odo¡” o la competencia entre padre y madre por quién era el mejor en cocinar una paella.
El gran acontecimiento familiar fue sin duda el primer viaje de regreso a España, en 1979, tras la reinstauración democrática, nada menos que 40 años después de salir para el exilio. “Mis padres estaban crispados, ansiosos, inquietos de encontrarse de nuevo con sus familiares después de tan largo tiempo; pero rápidamente el ambiente alegre en torno a nosotros disipó ese malestar y llegamos felices y contentos.” En su caso, la llegada a España no supuso una emoción particular; pero si una gran curiosidad, un gran placer, muchas ganas de hablar con la gente y la satisfacción de no sentirse extranjera y decirse a si misma: “Estoy en España”. Sabían la España que se iban a encontrar, pues siempre habían estado informados sobre la situación española a través de la prensa francesa, internacional, española y del exilio; de libros; de las conversaciones con españoles recién llegados y de las pocas películas españolas o compañías de teatro o de baile que recalaban en su lugar de residencia..
Lena, soltera y sin hijos, está actualmente jubilada. Ha trabajado como funcionaria internacional de la UNESCO en el departamento de formación en el extranjero. Se dedicaba a preparar los cuadros, personal educativo y otros recursos humanos de países en desarrollo con el fin de capacitarlos para ocupar puestos de responsabilidad y formar los cuadros futuros en el campo educativo de sus países.
Lena sigue muy relacionada con Venta del Moro. En permanente contacto con su prima María Bastidas Giménez y su marido Julián Nohalés Defez, así como con sus prima Mari y su marido Pepe que también pasan muchos días en su casa de Venta del Moro. En el 2010 volvió por Venta del Moro a visitar a sus familiares.
La lectura es una de sus distracciones favorita y también la novela española de las que destaca últimamente como de su gusto “Los girasoles ciegos” de Alberto Méndez y “La calle del paraíso” de Gustavo Martín Garzo. Cómo no, también ha leído, “El movimiento obrero en la historia de España” de Manuel Tuñón de Lara.
Lena y su familia desafiaron el lema de “La distancia es el olvido”, pues 40 años de ausencia no pudieron con los lazos que les ataban con Venta del Moro. ¡Gracias Lena!
Lena del Barrio
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