HOGUERAS RITUALES EN EL TÉRMINO MUNICIPAL DE VENTA DEL MORO
Ignacio Latorre Zacarés. Cronista Oficial de Venta del Moro
El fuego ha estado y continúa estando presente en muchos de los rituales y festividades mediterráneas desde la época antigua. El carácter ambivalente de la llama como fuente de luz y calor y, a la vez, con el efecto devastador de la combustión que impide cualquier retorno a la materia original, le otorgan significados opuestos y complementarios de sabiduría y amor sagrado a la par que justicia implacable y destrucción. En muchos casos, la hoguera es un ritual de renovación y purificación, que simboliza la apertura de una nueva etapa, como bien sabían los venturreños cuando quemaban las cestas viejas a San Julián para renovar el ajuar doméstico o echaban a la hoguera de la Virgen de Loreto la boina vieja para inmediatamente calarse la nueva.
La belleza y complejidad del término municipal venturreño, con su característica dispersión poblacional, nos han dejado un legado interesante respecto a las hogueras como ritual festivo. Estas piras combinan el calendario litúrgico, ya que todas ellas están vinculadas a un santo o santa, con el año agrícola. Recorreremos la tradición en la confección de hogueras en el término municipal de Venta del Moro siguiendo el discurrir del año y empezaremos por el solsticio de invierno, cuando el campo reposa y las tareas agrícolas menguan en su urgencia. Es justamente en este periodo cuando se concentran estas fogatas rituales.
Las hogueras más extendidas en el término municipal de Venta del Moro son las de San Antón. Es lo propio en una sociedad agropecuaria, pues es el santo protector de los animales domésticos, los de trabajo y de los ganados, todos ellos fundamentales en la economía campesina. Son las primeras del calendario tal como indica el dicho: “Hasta San Antón aguilandos son”.
Como es habitual, la hoguera se confecciona en la víspera del santo, en este caso el 16 de enero, aunque en las aldeas han acomodado esta fecha al fin de semana más próximo para asegurar una mayor afluencia de participantes. En Venta del Moro las hogueras se siguen confeccionando la víspera del santo y se realizan en varias calles de la población, entre grupos de vecinos o amigos, cenando todos juntos aprovechando las ascuas que se van retirando de la fogata. Se reparten morteretes (anteriormente carretillas o cohetes rateros) que son prendidos en noche de fiesta. En Casas de Moya la hoguera comunal se monta en la plaza de la Iglesia y es de gran envergadura al coincidir con la festividad patronal, participando la vecindad con una docena de tractores bien cargados de leña. La madera es acondicionada cuidadosamente quedando una bonita imagen de la plaza. En Jaraguas, a la manera de Venta del Moro, se llegaban a confeccionar hasta veinte hogueras por grupos de vecinos. En la actualidad, algún grupo de vecinos esporádicamente confecciona fogatas. Se siguen realizando hogueras con carácter comunal a San Antonio Abad en el fin de semana cercano a la fiesta en Casas del Rey, Casas de Pradas, Los Marcos, Las Monjas y en Los Cárceles en la orilla de Villamalea, donde se concentran los vecinos de ambas orillas del Cabriel.
Otra fiesta de la cual queda aún recuerdo es la de San Julián que es el patrono de la Diócesis de Cuenca a la que ha pertenecido Venta del Moro hasta 1958 y cuya festividad se celebra el 28 de enero. San Julián fue, además, segundo obispo de Cuenca y se le denomina “el Cestero” porque, al parecer, ya como mitrado, dejaba a un lado su anillo episcopal y trenzaba cestas para regalarlas a los pobres. Así pues, lo tradicional era quemar cestas viejas y otros enseres de esparto, mimbre y caña. En Venta del Moro aún se sigue quemando alguna cesta en la víspera y sabemos que también se prendían cestas viejas en Las Monjas y Casas del Rey. Esperemos que se siga manteniendo o incluso recuperando por parte de los venturreños apelados “Julián” la costumbre de quemar alguna cesta vieja como un testimonio de los rituales de nuestros ancestros.
Hoguera de San Antón en Casas de Moya (2011)
Siguiendo en el solsticio invernal, otra fiesta que se celebraba en parte del término venturreño era la de la Candelaria el 2 de febrero, de la que se poseen noticias en Venta del Moro, Casas de Pradas, Casas del Rey, Casas de Moya y Las Monjas. En el río Cabriel era una festividad importante. En La Fonseca al atardecer se quemaban matorrales y romeros y ya bien caída la noche se realizaban hogueras grandes y se rivalizaba entre orillas: “Esa no vale que es de salvao y la mía de harina”. Podaban para las hogueras las sabinas y los pinos, pero nunca talaban los pies. En Los Cárceles y otros caseríos ribereños ardían teas por la propia foresta y gracias a la pericia de los riacheros nunca se llegaba a quemar el monte. Como festividad se sigue realizando en Venta de Moro, pues en la misa de la santa los parroquianos toman una candela a la entrada de la Iglesia, la prenden y permanecen con ella encendida unos minutos, para después apagarla y llevársela al hogar.
Los tractores cargados de leña enfilan hacia la plaza de la Iglesia (Venta del Moro).
Al día siguiente de la Candelaria, o sea el 3 de febrero, también se realizaban fogatas a San Blas, generalmente aprovechando las propias ascuas de la Candelaria. Así se realizaba en Casas de Moya y Casas del Rey. San Blas es el santo protector de la garganta y a él se encomendaban los casarreños con el dicho “Para que nos guardes la garganta, San Blas”.
Pero aun sin salir del ciclo invernal, el 5 de febrero se celebraban hogueras también a Santa Águeda en Casas de Moya.
Acabado el invierno, comenzaba otro ciclo (Pascua, mayos, siega, San Juan, vendimia) donde el fuego dejaba paso a la luz propia del equinoccio primaveral y otoñal. Pero dos grandes hogueras aún quedan por arder, ambas vinculadas a santos patronales
Hoguera de San Francisco Javier de Jaraguas (2007)
La primera es la realizada a San Francisco Javier en Jaraguas, advocación y ermita que cumple 300 años por estas fechas (posiblemente sea de 1715 o, en todo caso, de años cercanos a esta fecha). La pira se efectuaba antiguamente la víspera del santo, es decir, el 2 de diciembre, aunque en la actualidad se ha acomodado al viernes más cercano a la festividad. Es una hoguera comunal en la plaza de la Iglesia con abundante material combustible que es recogido por la mañana por los agricultores. También se confecciona una pequeña fogata al margen que es llamada “la de las patatas”. Hacia las nueve de la noche toda la aldea cena conjuntamente en grupos con lo que cada familia trae de casa. Los cohetes acompañan la pira. Es una hoguera, que tras pasar algún periodo anodino, desde hace unos años se ha revitalizado incrementando la afluencia de participantes.
Antes de finalizar el año se confecciona la hoguera ritual de mayor envergadura y participación no sólo del término, sino también de la comarca: la dedicada a la Virgen del Loreto en Venta del Moro. Pira ancestral que quizás se remonte a finales del siglo XVI cuando tenemos ya constancia de una ermita en Venta del Moro, seguramente ya consagrada a la advocación loretana. Es una hoguera confeccionada siempre la víspera de la festividad, el 9 de diciembre, y que podemos decir que goza ya de un guión no escrito que se cumple con puntualidad y rigor. En tiempos, para la hoguera eran los mayordomos de la Virgen de Loreto quienes traían cada uno un carro de leña. También algunos carros provenían de aldeas como Casas del Rey y Casas de Moya y descendientes de aquellas gentes han tomado el testigo y siguen colaborando en la confección de la hoguera.
Simbólicamente, como reminiscencia de las hogueras a San Julián "el Cestero" aún se quema alguna cesta vieja en Venta del Moro.
Participantes masculinos en la hoguera 2015.
En la actualidad, la consueta o guión es el siguiente: a las nueve de la mañana del 9 de diciembre se juntan en un bar de la localidad para almorzar todos aquellos vecinos y allegados venturreños masculinos que se disponen a confeccionar la hoguera. Finalizado el almuerzo, todos los participantes (en torno al centenar), se dirigen con tractores (últimamente se ha superado la veintena) hacia el lugar previamente señalizado por los agentes forestales para la tala selectiva de pinos. En una ejemplar armonía y rigor laboral, se dividen los hombres entre los que cortan y limpian las ramas de los pinos con moto sierras y el auxilio de hachas; los que cargan la leña al tractor y los que organizan la madera dentro del remolque (un trabajo harto difícil). Los troncos mayores, que son portados entre dos, tres o cuatro hombres, se depositan en el fondo del remolque y a medida que se asciende en altura se va rematando con leña de menor calibre y más vistosa, dejando los ramajes y acículas de los pinos al exterior. En torno a las dos horas y gracias a la masiva participación son cortados y arreglados una veintena o más de remolques. Es un momento de descanso en el que empiezan a aflorar las bromas entre los venturreños. Previamente, algunos hombres se han dedicado a realizar la hoguera para asar y preparar todo lo relativo a la comida. Ésta consiste en el asado de embutido y carne acompañado con encurtidos y aperitivos que aportan los propios particulares. La comida se efectúa en el campo, entre risas y bromas, y en una mesa habilitada alrededor de la cual se va picando de pie. Acabada la comida y tras momentos de juerga y dispersión, tractores y coches enfilan hacia Venta del Moro, no antes sin parar dos veces en la carretera (cerca de Casas del Rey y la Casa Nueva). La última parada se hace en el desvíe, a la entrada a la población, donde se apuran todos los morteretes.
Tractores ya cargados en el tajo para la hoguera de la Virgen de Loreto.
Muchos venturreños esperan en lo alto del Desvíe el triunfal y emocionante desfile cuesta arriba de remolques con toda la leña bien organizada hasta el colmo. Cuando la comitiva entra al pueblo, tras las paradas de rigor para recuperar fuerzas con coplas, cafés, bebidas y chanzas, entre las cuatro y las cinco de la tarde, se procede a la confección de la hoguera en la plaza, acto que gran parte de la población espera expectante en la plaza. Los tractores van descargando la madera, mientras una máquina de pala la va amontonando y arreglando con maestría. Los vecinos que rodean la pira no paran de hacerse fotografías con sus familiares, mientras se reparten los pasteles comprados en el horno con la recolecta hecha entre los participantes. A las siete de la tarde se procede a “pegar chista” a la hoguera comunal ante una muchedumbre. La comitiva de autoridades, reinas y sus cortes de honor con el acompañamiento de la Unión Musical sale del Ayuntamiento y las reinas de las fiestas, al llegar a la plaza de la Iglesia, prenden la hoguera a partir de una traca dispuesta por un pirotécnico que envuelve toda la pira.
Hoguera de la Virgen de Loreto en plena combustión.
Pronto enormes llamas surgen, el ruido del crepitar es intenso, las gentes se apartan ante el calor que desprende la hoguera, mientras se reparte vino con algún acompañante alimenticio (papas, cacaos, cortezas) y empiezan a sonar a rebato las campanas percutidas por volteo manual de los vecinos. El ambiente es impresionante. Últimamente acude el camión de bomberos, presencia necesaria, pero que se agradece especialmente si no emplean mucho celo en aplacar las llamas, pues los venturreños agradecen la llama viva. Según el aire de esos días, la hoguera puede tardar en consumirse uno, dos y hasta tres días, pero esa misma noche grupos de vecinos van retirando ascuas y asando embutido de la tierra hasta el alba. Y las primeras luces del 10 de diciembre vendrán, algunos aún les pilla asando, otros comienzan la “despertá” del día grande. Este es el punto final a un día que empezó a las 9 de la mañana. Desde el año 2012, las mujeres se han unido a la fiesta aportando su propia carga de leña, lo que viene a ser normal en la dinámica de incorporación del sector femenino en este tipo de fiestas rituales anteriormente sólo reservadas para los hombres. Es de señalar (y agradecer) que esta incorporación se ha producido de una forma natural comparado con lo ocurrido en otros lares.
Hoguera a la Virgen de Loreto.
Y se apagarán los rescoldos de la hoguera de la Virgen de Loreto, pero sólo habrá que esperar treinta y ocho días para festejar con nuevas fogatas a San Antón en pleno solsticio invernal. Quemar lo malo, para que surja lo nuevo.
Informantes: Crescencia Pérez (La Fonseca); Benito Martínez y Margarita Ruiz (Los Cárceles); José García Piqueras, Aniceto Mejías y Milagros García (Casas de Pradas); Francisco Monteagudo y Saturnino Haya (Casas de Moya); Pilar Navarro (Casas del Rey); Carmina Pérez y Mari Carmen Pardo (Las Monjas); Emilio Monteagudo, Pilar Iranzo, Mª Carmen Sánchez, Gregoria Beltrán, Teodora Monteagudo, Dolores Monteagudo, Anastasia Nuévalos, Pilar López Hernández, Urbano Monteagudo, Ignacia Monteagudo, María Victoria Sánchez y Noelia Martínez Crespo (Jaraguas); Begoña Hernández (Los Marcos); Elvira Beltrán, José María Yeves Descalzo y Feliciano Antonio Yeves Descalzo (Venta del Moro).
Foto hoguera 1959-1960.
Articulo publicado en libro de Fiestas en honor a la Stma. Virgen de Loreto del 4 al 11 de diciembre de 2015. Venta del Moro