¿QUIÉN ERES QUE POR LA CARA NO TE SACO?

Eulogio García Onielfa o el pasado ganadero:"Donde hay ganado, el hambre se espanta"

© Ignacio Latorre Zacarés

Nuestro término y comarca, fundamentalmente agrícola y vitivinícola, no fue siempre así. Durante la Edad Media y gran parte de la Edad Moderna la ganadería fue la fuente económica más importante de la comarca. Los ilustrados del siglo XVIII fueron los que apostaron por impulsar la agricultura frente a una ganadería extensiva privilegiada que no conseguía crear la riqueza suficiente para la nación.

En la actualidad, es minoritaria la actividad ganadera que subsiste en Venta del Moro y de ésta, sólo tres ganados siguen pastando en el término en busca del alimento diario.

Finaliza el mes de junio y nos acercamos a la casa de Eulogio García Onielfa, uno de los últimos ganaderos venturreños. Ha dedicado casi medio siglo a esta actividad. Eulogio nació en 1928, hijo de Eulogio García Pérez y Julia Onielfa Descalzo, ambos de Venta del Moro. Su padre era mulero y labró hasta después de la Guerra Civil las tierras del caserío de Pino Grande o Casilla de Caracol, que se ubica cerca de Los Ruices en el límite con Venta del Moro. Así pues, las primeras letras las aprendió Eulogio en el colegio de Los Ruices. Posteriormente, la familia volvió a su casa de Venta del Moro y se dedicó a plantar viñas a medias en la finca del Marqués de Caro de Caña Rozá.

Aún jovencito, Eulogio ya tuvo que compatibilizar el trabajo con los estudios nocturnos con el maestro de pago D. Pedro. El abuelo de Eulogio había sido pastor en la Casa Nueva de Las Monjas y su bisabuelo y tatarabuelo también fueron pastores y, al parecer, a Eulogio le vino la llamada de la sangre. De hecho su tatarabuelo, el Tío Bendito, da nombre al paraje de La Majá del tío Bendito en la Derrubiada, donde dejaba el cabrío que no se movía de esa zona que tiene forma de hoyo. Eulogio nos dice que uno de los enemigos de su tatarabuelo fueron los lobos, pero pudo defenderse bastante bien de ellos con sus mastines.

Eulogio, con 15 años, empezó con un ganado de su familia de 150 ovejas entre 1943 y 1945. ¿Por qué dedicarse al ganado?. Eulogio nos recita el dicho popular: "Donde hay ganado, el hambre se espanta".

En aquellos tiempos en el término de Venta del Moro pastoreaban unos 65 ganados. Casi todos los rebaños eran de lanar, pero en Casas de Moya, al ser el terreno mas montuoso, también había ganado de cabrío blanco. Los ganados de oveja, además, solían llevar unas diez o doce cabras. En la década de los 50 obligaron a quitar el ganado cabrío porque afectaban a la madera de pinos: "los pelaban" nos dice el entrevistado. Pero según Eulogio esto no era cierto. En el monte, el cabrío no suele pelar pinos, lo hace en los árboles que están al lado de labores ya que su savia es mucho más rica. Así pues, los rebaños de cabrío no dañaban los pinos del monte, sino sólo las diez o doce cabras que acompañaban a los rebaños de ovejas en las rastrojeras de las labores. Pero, como dice Eugenio, los ingenieros veían los pinos que estaban más esclarecidos al lado de las labores. "Ahora sí que quieren cabras los ingenieros en el monte para que lo limpien de matas bajas".

Casi todo el cabrío era blanco, bueno para carne, aunque también había algo de cabrío mixto (negro y rojo) que daba más leche. De la oveja también se aprovechaba la lana y venían cuadrillas de esquiladores de la Serranía de Cuenca y de la Manchuela, además de dos o tres esquiladores que vivían en el pueblo.

Tras el servicio militar y la experiencia de llevar ganado en la cruda posguerra, siguió dedicándose a ello. Adquirió su propio ganado que era sacado a pasturar por pastores del pueblo. Pero, a su vez, Eulogio se dedicó a comprar ganado en Medina del Campo, Valladolid o la Raya de Portugal y venderlo en los mataderos de Valencia o pueblos cercanos (Turís, Cheste, Godelleta, etc.) y también en Albacete. Otras veces lo compraba en la Serranía de Cuenca, concretamente en Cañete, Salvacañete, Landete, Manzaneruela, Villar del Humo, Talayuelas y lo bajaba por la Cañada de Hórtola hasta el pueblo siguiendo la vereda por el Pico Ranera, Sinarcas, Las Cuevas, Fuenterrobles, Gil Marzo, etc. Lo mismo hacía cuando lo adquiría en Casas de Ves, Villamalea..., aunque por otras veredas. El ganado caminaba por el monte y las rastrojeras de cereal, sin acercarse a los cultivos. Una vez en Venta del Moro, el ganado ya lo bajaba en camiones a Valencia o Albacete. Eulogio nos detalla como los corderos pesaban el doble en Ciudad Real que en Villar del Humo: "todo parece hierba, pero la de La Mancha alimenta mucho más".

En Venta del Moro las zonas de pastoreo se dividían en polígonos: el de Casas del Rey-Casas de Moya era el más extenso, pues comprendía desde la rambla Bullana hasta el propio río Cabriel. Otros polígonos eran el de Casas de Pradas-Las Monjas, Los Marcos-Pedriches, Venta del Moro y Jaraguas donde había 10 o 12 ganados. Los pastores de un polígono no podían traspasar con su ganado los límites de su zona, pues enseguida los guardas rurales lo denunciaban. En estas zonas el ganado iba de corral en corral (Corral de las Morenas, Gallinas, Casa Segura, etc.), sin tener que pedir permiso a los propietarios los corrales, pues se beneficiaban con el abono del estiércol que dejaban los animales. Se encerraba el ganado en el corral más a mano atando la soga a la puerta y no había problemas de asaltos de animales o de humanos.

Pero, además, Eulogio ha visto muchos ganados trashumantes de ovejas pasar por las veredas. Los marchantes pasaban en cuaquier época, según cuando habían adquirido el ganado. Los trashumantes eran mas estacionales. Venían desde Cuenca, Albacete etc. y aparecían hacia finales de octubre y "tosantos" por las cañadas del pueblo en dirección hacia el Reino de Valencia para pasar el invierno. En abril y mayo volvían por la cañadas en dirección hacia sus lugares de origen para pasar el verano con el frescor de la sierra. Se detenían en los corrales como el de Cañá Grande, Chirel, el del tío Gallina, los de Casas de Moya, Sevilluela, Corral de las Morenas, etc. Los ganados marchaban con dos o tres pastores y sus caballerías.

La terminología ganadera va emergiendo durante la conversación: "De un año se les dice borrego y cabrito; con dos años primal a las cabras y ovejas y con tres andoscos. Cuatreño de cuatro años cuando ya tiene sus ocho dientes (dos por año). Entonces se dicen que están cerradas (por la boca) y llegan a los ocho años el lanar y nueve el cabrío."

El día de San Pedro, 29 de junio, los pastores no sacaban a los ganados por la tarde y se reunían para celebrar su juerga particular. Además, era el día en que se cerraban los tratos entre los pastores y los propietarios de ganado. Era normal cambiar de amo.

Eulogio tuvo su ganado de 500-600 ovejas hasta 1987 en que enfermó su pastor Miguel García Blasco y, al no poder mantenerlas, las vendió. Anteriormente tuvo como pastores también al hermano de Miguel, Orencio, y a un pastor de Casas de Ves. Por los 80 quedaban unos quince o veinte ganados en el pueblo. Se acuerda de los rebaños del cura D. Fidel Haya y su pastor Feliciano "Mantamojá", los ganados de los Chatos de Utiel, los de Dionisio Haya que pastaban en El Roto (Derrubiada), los de su tío de Villargordo con 400 o 500 cabras en el Moluengo, etc.

A sus 84 años, Eulogio sigue en plena actividad, cultivando 7.000 cepas. Este trabajo lo combina con un cuidado muy afectuoso hacia su hermana Carmen, como comprobamos varias veces durante la entrevista. Su hermana, aquejada de Alzheimer, ya no puede valerse por sí misma y entre él y una mujer le atienden día y noche. Eulogio se deshace en elogios hacia sus hermanos Cecilio Antonio (primer alcalde democrático de la Transición) y Carmen que fue carnicera durante unos 11 años. "Eran iguales. Listos y muy buenas personas", así los define.

Y dejamos a Eulogio, cuidando de su hermana, tras habernos cedido una parte de su tiempo para recordar el Venta del Moro ganadero.

* Nota: Carmen García Onielfa falleció en julio de 2013. Descanse en paz.

 

Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro

Lebrillo 30