Situada a 797 m. de altura sobre el nivel del mar y en un altozano,
quizás de carácter defensivo, se encuentra Jaraguas.
A pesar de la disminución de habitantes que ha padecido
con respecto a las cifras de mediados de siglo XX (731 habitantes),
sigue siendo la primera aldea del término municipal de
Venta del Moro en población y es una de la más antiguas
de la comarca de Requena-Utiel. Actualmente, su población
asciende a 249 habitantes (129 hombres y 120 mujeres). Su casco
urbano está formado por 236 viviendas, 111 ocupadas todo
el año y 125 temporales. Además se contabilizan
21 locales (escuela, centro social, iglesia, tiendas, bodegas,
etc.).
La población se encuentra rodeada por la carretera, construida
en 1.913, que conecta la nacional de Madrid-Valencia con la de
Albacete a la altura de Los Isidros. Son tres las ramblas que
confluyen a los pies de Jaraguas: la Albosa, la rambla de los
Encaños y la Rambla Salada. Al hallarse situada en altura,
muchas de sus calles son pronunciadas (calle Cuesta) y llegan
en pendiente hasta la plaza principal de la Iglesia (Plaza de
San Francisco Javier). Las diferencias de alturas muchas veces
son solventadas con escalones como los de la calle Peñas
o Cantarranas y otras veces da incluso pie a la existencia de
hormas (salida de Jaraguas a las Salinas). El entramado urbano
se presenta con calles muy esquinadas y recovecos. Desde la carretera,
orientación norte, sube el Camino de la Fuente donde se
ubican la Fuente Amparo, el lavadero comunal y un bonito paseo
de chopos regados por la Albosa. También en la Plaza de
la Iglesia confluye en pendiente la calle Valencia desde el este
(antiguo camino a Utiel que pasaba por las Salinas). Desde el
propio camino de las Salinas parte también la calle Molino,
que comienza casi en el antiguo molino de la sal, y que discurre
por todo el centro hasta llegar a la rambla Salada. Cortado ya
por enfermedad el emblemático olmo que existía a
la entrada de Jaraguas, sin embargo, aún resiste el olmo
de la calle Molinos y también encontramos alguna fuente
en la Plaza de la Iglesia y en la calle de las Cuatro Esquinas.
A reseñar el acierto de señalar el callejero con
letreros de madera, aunque actualmente éstos estén
necesitados de restauración.
Geológicamente, Jaraguas está situada en el Valle
de la Albosa, rambla que nace a poca distancia del núcleo
de población. La rambla Albosa (que nace en el paraje de
Gil Marzo, muy cercano a la población) discurre excavando
terrenos de materiales blandos del terciario (margas o gredas,
calizas, areniscas). Sin embargo, algunas arcillas impermeables
del Keuper dan origen a las fuentes que abocan a la Albosa. Pero,
lo que singulariza geológicamente a Jaraguas es la existencia
a escasos metros de la aldea, justo en el paraje de las salinas,
del afloramiento de un diapiro triásico del Keuper. Los
afloramientos del triásico se caracterizan por las arcillas
rojas que fácilmente se pueden encontrar en la propia loma
y alrededores de Jaraguas. Son tierras difíciles para el
cultivo, pero que han sido aprovechadas para la plantación
de viñas. También en las salinas se observa la presencia
de aragonitos, jacintos de Compostela y arcillas grises del triásico
que eran utilizadas para lavar la lana.
Son varias las fuentes cercanas a Jaraguas, entre ellas la más
famosa la de la "Huerta la Zorra" a la que se atribuye
propiedades curativas (especialmente renales) y que son de aprovechamiento
ya antiguo; junto con otras de menor entidad como la de la "Caña",
la del "Tío Juan Antonio", la "Mina",
la de la "Tía Matea", la "Teja" o la
de "Los Diegos". También hay que citar la "Fuente
Amparo", en la entrada de la población, que fue inaugurada
en 1911 al traer las aguas de "La Sarguilla" (junto
a Gil Marzo) y que tiene un total de cinco caños, un caudal
aproximado de 10 litros por segundo y un retablo de azulejos dedicado
a la Virgen de los Desamparados (patrona de la aldea). Olvidada
su antigua función de abastecimiento de la población,
la Fuente Amparo surte actualmente el lavadero comunal y finalmente
sus aguas se vierten en la Albosa. La población se abastece
desde 1989 de una nueva canalización procedente de Casa
Doñana. Son pocas las huertas que se hallan aún
cultivadas y estas se localizan en el "Tollo" y el "Ramizo".
Jaraguas cuenta con sus propias escuelas desde 1.918, que ya fueron
creadas con el carácter de mixtas, siendo solicitada en
1.924 una nueva unidad y en 1934, cuando Jaraguas contaba con
690 habitantes, se sigue solicitando por parte del Ayuntamiento
de Venta del Moro que se construyan dos escuelas unitarias. Actualmente
el Colegio Público "Las Salinas" se halla a la
entrada norte del pueblo, en un edificio que data de unos 10 años
y que alberga a unos 7 alumnos. Posee asimismo un Centro Social
Polivalente que sirve como sala de baile, bar y local para las
asociaciones locales. También tiene consultorio médico
donde se atiende los martes y jueves. Anteriomente tuvo plaza
de médico estable donde ejercieron entre otros D. Vicente
Barberá (padre de la actual alcaldesa de Valencia) o D.
Manuel Mercado. A propuesta de los vecinos de Jaraguas, el ayuntamiento
venturreño solicitó en 1952 la creación de
una plaza de médico titular en Jaraguas por ser entonces
una población de 730 habitantes, solicitud que fue denegada
por la Jefatura Provincial de Sanidad y recurrida por el ayuntamiento.
El servicio de farmacia es atendido diariamente desde Venta del
Moro y también los análisis son transportados por
el alguacil venturreño. Está bien comunicada por
transporte público, ya que tres días a la semana
la línea de autobuses Cervera procedente de Casas de Moya
y Venta del Moro la comunica con Utiel. También, los "Alsina",
en su camino hacia Valencia, tienen parada en la Nacional.
El tejido comercial actual está formado por el despacho
de pan de "Marieta", la tienda de comestibles "Pepita",
la Carnicería de la "Luci", el bar "Las
Mellizas" (inaugurado en el 2000) y una sucursal de la Caja
Rural, que ha abierto recientemente debido al movimiento de dinero
que se ha producido con la bonanza de la viticultura. También
se ha inaugurado en el años 2000 un casa de turismo rural
que se sitúa en el propio casco de la población
-"Casa Pepita"- y que constituye el primer movimiento
en Jaraguas hacia el turismo rural. Antes del éxodo rural,
Jaraguas contaba con un número mayor de locales comerciales
e industriales, de los cuales recordamos la fragua de Vitoriano
Mislata, 2 herrerías, tiendas de comestibles (la del Tío
Marcelino, la de Manuelete, el Tío Moreno, el Tío
Bienvenido), estanco del Tío Ramón, paquetería
de Vitorina y, cómo no, varios bares (llegaron a coexistir
tres) regentados por Pepe Navarro, Pedro Crespo, Severino, Mauricio,
Nicolás, Marcial , Ángel Ruiz (últimamente)
y algunos más. Incluso, durante mucho tiempo funcionó
una sala estable de cine construida en 1952 y regentada por Pedro
Beltrán, quien ya antes había realizado cine mudo.
También fueron varios los locales de baile, a los que eran
muy aficionados los jaragüeños de entonces. Entre
otros, citamos los del Tío Moreno, la "Posá"
de Ángel Monteagudo y posteriormente de Domínguez
o el local de la "Estebana", donde también se
representaban obras de teatro y se proyectaban películas.
Actualmente, son tres las bodegas que vinifican. Una es la "Cooperativa
Agrícola Jaragüense", antiguo "Grupo Sindical
de Colonización nº 456" y posteriormente "Sociedad
de Transformación", que cuenta con dos bodegas (aunque
sólo se vinifica en una), agrupa a unos 200 socios aproximadamente
y produce sólo vino a granel. Otra son las "Bodegas
Pedro Moreno", anteriormente "Bodegas Beltrán",
que fueron fundadas en 1.940, y que ha producido y produce vinos
de reconocido y premiado prestigio como el "Cantarral",
el "Viña Turquesa" o el último vino dulce
denominado acertadamente "Dulce Tertulia". También
la misma empresa en el año 2000 ha inaugurado una bodega
de amplia capacidad en el paraje del "Pino de los Quintos".
Por último, encontramos las "Bodegas de Adolfo Monteagudo",
de elaboración casi artesanal. Existieron anteriormente
dos molinos. Uno era el molino de sal, de propiedad privada, pero
donde se llevaba la sal que los jaragüeños extraían
de las célebres salinas comunales y donde también
se llevaba a moler la cebada. Otro era el molino de grano de Torres.
Otro capítulo es el de las posadas, utilizadas por los
pastores como lugar de "majada" (recogida de rebaños
y pernocta de pastores), por ser Jaraguas zona de paso ganadero
de ovejas, cabras y toros. En 1954 existía la posada de
Lucía Ibáñez "la Tía Morena",
viuda con seis hijos a su cargo. Esta posada se ubicaba en el
cruce entre la Calle Olivar y Chopera y en ella pernoctaban tratantes
de caballerías y pastores. Pero anteriores a la referida
posada eran la de Justo Pérez Nuévalos en la calle
de la Iglesia (actual domicilio de Federico Alcañiz), la
del padre de la "Tía Morena" o la que se hallaba
en el cruce entre la calle Molino y San Felipe y que era regentada
por Florencio Torres y Estebana Coronado.
El movimiento asociativo está formado por una activa "Asociación
de Amas de Casa", una asociación juvenil denominada
"Hey Joe II" y la asociación local de cazadores.
Antiguamente, también existía una agrupación
de teatro, banda de música y equipo de fútbol. Posee
un alcalde pedáneo, que en 1.999 fue elegido democráticamente
por el común de los vecinos, recayendo el cargo sobre el
joven Jorge Jiménez Monteagudo. Además, cuenta con
un alguacil, cargo vitalicio y hereditario que sigue desempeñando
Eduardo Monteagudo, pregonando los bandos y anuncios comerciales
a la antigua usanza, con pita en mano y haciendo las paradas oportunas,
tal como ya ejercía su padre (Agustín Monteagudo
García).
Las fiestas se celebran en honor de San Francisco Javier (patrono)
el 3 de diciembre, aunque actualmente se trasladan al fin de semana
más próximo a esta fecha. Estas celebraciones constan
de hoguera comunal en jueves o viernes (antes era siempre el 2
de diciembre), procesión y bailes. En algunos años,
las fiestas de diciembre tenían su propia reina y damas,
como en 1972 en que Ana Beltrán Monteagudo fue designada
reina y había un apretado programa de festejos que incluía
presentación de las damas, "despertás",
sesiones de baile y cine, competiciones de motos, tiro de pichón,
partido de fútbol contra el C.D. Motilla, "despertás"
y, cómo no, hoguera y procesión. La patrona, Virgen
de los Desamparados, celebra su fiesta el segundo domingo de mayo
(antes 8 de mayo) con ofrenda, procesión ,bailes, vino
de honor y también la confección de una tradicional
enramada. En San Antón se confeccionan hogueras según
barrios o calles. En verano también se realizan fiestas,
que tras un paréntesis, fueron retomadas por la Asociación
de Amas de Casa en 1.995 y que continúan organizando junto
al resto de vecinos. Otras fiestas que actualmente ya no se celebran
son los bailes de San Juan, día de Santiago y la Ascensión
o los carnavales que se realizaban con anterioridad a la Guerra
Civil, amenizados por bailes y disfraces entre los que destacaban
los de la tía Roberta, Sabina, Gregoria o Maximino.
Su Iglesia data de la 1ª mitad del s. XVIII, concretamente
entre 1706 y 1721, que fueron los años en que ejerció
como Obispo de Cuenca D. Miguel del Olmo quien dio la licencia
a la por entonces ermita. El dato se extrae del manuscrito de
1730 de Pedro Domínguez de la Coba quien escribe: "En
las caserías de Jaraguas se fabricó una hermita
en reverencia de el apóstol de las Indias San Francisco
Xavier con licencia del Ilustrísimo Olmo (obispo) y la
bendijo el dicho Pedro Domínguez". También
en el manuscrito de las "Respuestas Generales al Catastro
del Marqués de la Ensenada" de 1.752 se habla de la
existencia de una ermita construida unos pocos años antes
ya en honor de San Francisco Javier. Reproducimos la cita del
manuscrito : "hay una ermita que está sita en las
casas de Jaraguas con la advocación de San Francisco Xavier
y pocos años hace la fabricación a sus expensas
los dichos moradores en dichas casas para tener misa los días
de fiesta y no tiene dotación alguna, si sólo aquellos
vecinos pagan las limosnas de las misas y están obligados
a los reparos y demás gastos que se ofrezcan para su conservación
y a tenerla surtida de los ornamentos necesarios, cera, aceite
y demás que ocurra y en ella no hay pila, ni reservado".
El edificio actual de la Iglesia es de 1.948, ya que durante la
Guerra Civil fue saqueada, vendiéndose las campanas y llevándose
santos, tejas, etc. Durante este periodo funcionó como
sede de la CNT y también como economato y entrega del racionamiento.
En acta del 1 de abril de 1943, el Ayuntamiento de Venta del Moro
otorga una subvención de 4.070 pesetas para la reparación
de la Iglesia y el 1 de febrero de 1944 se acuerda por el Ayuntamiento
realizar las gestiones oportunas para conseguir las 21.000 ptas.
que costaba la reconstrucción según presupuesto
realizado por el albañil José María Yeves
López. Tras una reunión propiciada y arengada por
el Obispo de Cuenca (hasta 1.957 la parroquia pertenecía
a la Diócesis de Cuenca), el común de los vecinos
por medio de peonadas, junto con albañiles venturreños
(José María Yeves, Remigio) edificaron la actual
Iglesia. Se tuvieron que comprar tallas de santos y campanas y
se cambió la orientación de su distribución
interna (anteriormente se hallaba el coro a la derecha y el altar
a la izquierda). El 12 de mayo de 1949 acudía el Gobernador
Civil a su inauguración en acto amenizado por la banda
de música. Actualmente, las tallas presentes en la Iglesia
son las de San Francisco Javier, Virgen de los Desamparados, San
Isidro, Corazón de Jesús, San Antonio y Virgen del
Carmen. Su fachada, de aspecto sencillo, presenta un azulejo de
la Virgen de los Desamparados, datado en 1.969.
Los servicios religiosos eran atendidos desde 1.878 (según
D. Jesús López Montoya en "El Lebrillo Cultural"
n.8) por los mismos curas de Venta del Moro: Valentín López
(1.878-1.897 y 1.902-1.909), Cándido Doménech (1.897-1.902),
Jesús García (1.909-16), Brígido Poveda (1.916-30),
Pedro López Carrasco (1.930-1.940), Francisco Gregori Cano
(1.940-46), Juan Mafé Peiró (1.947), Mariano López
Frías (1.947-52), Julián Villanueva Roger (1.952-55),
Abel Aparicio Osma (1955-60), Fernando Cardona (1.960-63), Antonio
Valiente Cuevas (1.963-69), Juan Antonio Matoses (1.969-70) y
Vicente Torregrosa Valls (1.970-75). Sin embargo, en estos últimos
años el cura de Venta del Moro se ha alternado con otros
de Caudete, Villargordo y Camporrobles: Javier Ferrando Domingo
(1.975-79), Julián Montoro (1.979-85), Vicente Mª
Boada (1.985-86), Jesús López Montoya (1.986-90),
José Luis March (1.990-96), Antonio Zalaero (1996) y, últimamente,
los servicios religiosos son atendidos por el cura de Camporrobles.
Entre las tradiciones que siguen realizándose se encuentran
los célebres y hermosos mayos a la Virgen de los Desamparados
y a las mozas, que se cantan la noche del 30 de abril (éstos
son analizados en otro artículo). Anteriormente, el mayo
a la Virgen era interrumpido por algún tiro al aire, hoy,
sin embargo, se voltean la campanas. Por contra, y desgraciadamente,
las coplas de quintos o de la Cruz se dejaron de cantar hace unos
tres años y actualmente los quintos realizan la petición
de donativos, pero sin entonar las coplas. La Pascua se solía
celebrar el lunes acudiendo a Gil Marzo y el martes a la Casa
Garrido junto con el resto de habitantes del término venturreño.
Entre algunas tradiciones que se han dejado de celebrar o se celebran
muy esporádicamente son las cencerradas (la última
fue en 1.977 a Antonio Beltrán "el More") consistentes
en amargar la noche de bodas cuando algún viudo se casaba
haciendo sonar los gangarros, calderas o inflando pellejos que
después se quemaban. También se hacía "pagar
la patente" a aquel chico forastero que ennoviaba con alguna
jaragüense, teniendo el atrevido foráneo que invitar
a los mozos del pueblo. Otra tradición, que ha estado a
punto de recuperarse varias veces, es el trueque de santos que
se producía en la Casa Segura entre los venturreños
y jaragüenses en tiempos de pertinaz sequía a modo
de rogativa. Tras trocar los santos, la Virgen de Loreto descansaba
en Jaraguas durante una semana y San Francisco Javier en Venta
del Moro. También se recuerda el sorteo de quintos que
se celebraba en el Ayuntamiento de Venta del Moro y cómo
las madres jaragüeñas, deseosas de saber la suerte
de sus hijos, acudían al "Pino de los Quintos",
en la carretera entre Jaraguas y Venta del Moro, para enterarse
antes de las noticias. Los aguilandos, las "zahoras",
la cuelga de judas e incluso los "moros y cristianos"
al estilo del obispado de Cuenca son otras tradiciones que se
realizaban y que son analizadas en otro artículo por el
experto folklorista Fermín Pardo.
Históricamente, a Jaraguas siempre se le ha atribuido una
antigüedad notoria debido a su privilegiada situación.
Ya así lo cita Miguel Ballesteros en su "Historia
y anales de la muy leal, muy noble y fidelísima villa de
Utiel" de 1899 cuando habla de la posibilidad de una Jaraguas
poblada en época musulmana. Sin embargo, el poblamiento
de Jaraguas puede ser anterior a la época musulmana. La
existencia de las salinas; la confluencia de aguas procedentes
de la Albosa, los Encaños y la Rambla Salada (cuando el
agua era un factor principal de poblamiento) y su posición
en lo alto de una colina (por tanto de carácter defensivo)
serían algunos de los acicates que pudieron atraer a la
población de esta zona en épocas tempranas. Se habla
de poblamiento ya en época ibérica, romana e incluso
Muñoz Soliva confiere carácter fenicio al topónimo
de Jaraguas (de "Dag" y "Hiere", pez sagrado,
refiriéndose al Dios fenicio Dagón). Consuelo Mata
Parreño, directora del célebre yacimiento ibérico
de "Los Villares" o "Kelin" en Caudete de
las Fuentes, señala que casi con seguridad se puede hablar
de una explotación ibérica de las salinas debido
a que se han encontrado fragmentos de cerámica ibérica
en sus alrededores. Por tanto, habría que situar las salinas
de Jaraguas dentro del resto de yacimientos ibéricos de
la comarca: Los Villares (Caudete de las Fuentes), La Peladilla
(Fuenterrobles), El Molón (Camporrobles), Moluengo (Villargordo)
o los hornos ibéricos de la Casilla del Cura (Venta del
Moro). Por ahora, faltan aún pruebas arqueológicas
irrefutables, pero se cree que sí existieron grupos humanos
que explotaban las salinas y que habitaban las cercanías
de Jaraguas. De hecho, cerca de Jaraguas, es fácilmente
observable en una colina restos de cerámica antigua de
lo que pudo ser una necrópolis ibérica. También
en la zona alta de la calle del Cid se encontró una lápida
romana que está expuesta en el Museo de Requena.
La comarca de Requena-Utiel se ha caracterizado como zona de paso
de mercancías y ganado, pero de escasa población
durante gran parte de la Edad Media y Edad Moderna (s.XV-XVIII),
por lo cual, como muchos otros núcleos de población
actuales de la comarca, Jaraguas durante esta época no
pasaría de ser un caserío (el primer dato de población
de Venta del Moro pueblo es de 1.579 y habla sólo de 7
vecinos).
De todas formas, será en 1.752 cuando encontramos ya testimonios
escritos más explícitos sobre Jaraguas. Efectivamente,
las antes mencionadas "Respuestas Generales al Catastro del
Marqués de la Ensenada" sitúan a Jaraguas como
el tercer núcleo de población del término
municipal venturreño (tras Venta del Moro y Casas de Pradas)
con 10 vecinos o cabezas de familias, lo que suponía unos
45 habitantes. Es decir, ya no podemos hablar de caserío,
sino que se estaba formando una aldea, como lo demuestra que según
el mismo manuscrito, pocos años antes de 1.752 se había
construido ya la ermita a San Francisco Javier. El manuscrito
nombra también a estos 10 vecinos, entre los que encontramos
ya apellidos corrientes en la Jaraguas actual: Bernardo García,
Juan de Berlanga Ruiz, Juan Alonso Navarro, Miguel Navarro, Bartolomé
Navarro, Juan Monteagudo, Miguel López Villar, Domingo
Rl. (¿Real?), Sebastián Caballero y Santiago García.
También nombra a Francisco la Cárcel que vive en
la Casa Segura; a Antonio Martínez y Juan Santos en Los
Aldabones; Francisco Conejero, Nicolás Garrido y Antonio
Parreño en Sevilluela y Pascual Monteagudo en la Alcantarilla.
Es decir, los caseríos cercanos a Jaraguas se hallaban
también poblados. También, el manuscrito de 1752
señala que Jaraguas era atendido por el médico de
Camporrobles D. Andrés Sanglada y que un cirujano de Utiel
cortaba la barba, sangraba y curaba a los vecinos de Jaraguas.
El siglo XVIII, por lo tanto, tuvo que ser el siglo de la consolidación
definitiva de Jaraguas como población. De hecho, en 1.772
se repartió entre los vecinos de Jaraguas y Venta del Moro
la antigua dehesa de Sevilluela. Esta antigua dehesa de pasto
de ganado, donde se ubican actualmente gran parte de las viñas
de Jaraguas, tenía una extensión de 224 hectáreas
(700 almudes) y era arrendada por el Concejo de Requena. Su reparto
entre los vecinos supondría la prosperidad agrícola
en una economía marcadamente cerealista.
Tampoco hay que olvidar que Jaraguas era una zona fundamental
de paso de ganado, ya que en Gil Marzo se juntaban dos importantes
veredas: la Vereda de la Mancha o de San Juan procedente de la
Manchuela y que entraba en el término por el Puente de
Vadocañas y la Vereda de la Serranía o de Hórtola
procedente de la Sierra de Cuenca. Jaraguas era lugar de "majada",
es decir, donde se guardaba el ganado de noche y pernoctaban los
pastores (los antiguos propietarios de la posada aún pueden
hablar de ello). Señal de la importancia que había
adquirido Jaraguas a mediados de siglo XVIII, es que en 1.794
Requena nombra ya a Francisco Pedrón como alcalde pedáneo
de Jaraguas (se dependía entonces de Requena, ya que la
segregación del término municipal venturreño
no se producirá hasta 1.836). Siguiendo el libro de Feliciano
Antonio Yeves Descalzo, se continúan nombrando alcaldes
pedáneos: en 1.798 a Francisco Checa (que también
era pedáneo de Venta del Moro, aunque residía en
Jaraguas); en 1.802 Marcos García (también pedáneo
de Venta del Moro y residente en Jaraguas) y en 1.813 se nombra
a Manuel García. Incluso, muestra de cómo iba aumentando
en importancia, en 1.816, Jaraguas solicita y le es concedida
una tienda de comestibles independiente de Venta del Moro.
El mapa procedente del Archivo Histórico Nacional de 1.798,
publicado en el n.1 de "El Lebrillo Cultural", muestra
ya a Jaraguas como un núcleo consolidado de población,
con su ermita, el camino procedente de Fuenterrobles hacia la
Venta, el nacimiento y huertas de las Ramblas Albosa y Salobreja
o Salada, y los caseríos de la Huerta de la Zorra, Casa
Segura, Los Aldabones y Sevilluela.
En 1.836 el término municipal venturreño (con Jaraguas
incluida) se segrega del de Requena y en 1.851 pasa, junto con
el resto de la comarca, a formar parte de la provincia de Valencia
(antes pertenecíamos a Cuenca). Jaraguas seguía
creciendo en población y en 1.870 registra 45 viviendas
(unos 250 habitantes) que aumentarán hasta 145 viviendas
en 1.900. En el censo de 1.920 son ya 564 habitantes, alcanzando
en 1.940 644 habitantes.
Es durante esta primera mitad del siglo XX cuando se construyen
las escuelas mixtas (1.918), a la que se añadiría
otra unidad posteriormente (1.924) y se solicita (1.925) el puente
sobre la Albosa. Como alcaldes pedáneos de antes de la
Guerra Civil se nombran a Miguel Ferrer Giménez en 1.922
y también a Alberto Pérez Monteagudo (que en 1.930
fue nombrado alcalde de Venta del Moro), Ignacio Crespo y Ceferino
Monteagudo Medina en 1936. El 18 de julio de 1.936 estalla la
Guerra Civil, pero antes el 11 de junio a las cinco de la tarde
y durante media hora cae sobre Jaraguas un desastroso pedrisco
que deja en situación de "la mayor miseria a los pobres
labradores", tal como recoge el acta del pleno del Ayuntamiento
de Venta del Moro de 17 de junio de 1936. La Guerra Civil supuso
el saqueo de la Iglesia, pero, afortunadamente, no se produjeron
como en otros pueblos ajusticiamientos y asesinatos de vecinos
y los 18 jaragüeños que se estiman que murieron lo
hicieron en el frente. Es en 1.937 cuando las entidades que formaban
el Frente Popular de Jaraguas plantea su reivindicación
de segregación municipal respecto de Venta del Moro, para
pasar a ser pueblo independiente. Sin embargo, ante la fratricida
guerra que se estaba desarrollando, las fuerzas locales optaron
por seguir unidas y no consideraban el "momento oportuno
para hacer segregaciones, establecer pugnas y guerras en la retaguardia,
que entienden que lo procedente es unificar todas las voluntades
para aplastar el fascismo totalmente y después será
llegado el momento de traer la segregación y cuanto el
pueblo, con su libérrima voluntad quiera y en la forma
que lo desea" (según acta del Ayuntamiento de Venta
del Moro de 22 de abril de 1937).
La segunda mitad del s. XX se caracteriza por el fuerte éxodo
rural que ha sufrido todo el Valle de la Albosa. De hecho, el
máximo de población lo alcanza Jaraguas en 1.950
con 731 habitantes. A partir de aquí, la disminución
de población será constante tanto en la aldea como
en sus caseríos próximos. En 1.975 serán
451 los habitantes que residían en Jaraguas para pasar
a ser 360 en 1.986, 266 en 1.996 y 249 en 1.999.
En sesión oficial del Ayuntamiento de Venta del Moro de
6 de agosto de 1951 se sanciona el uso comunal de las salinas
de Jaraguas en estos términos: "dichos terrenos (las
salinas) desde tiempos remotos y con el beneplácito y consentimiento
tácito de todos los ayuntamientos que han regido este municipio,
viene explotándose por unas veinte familias de la expresada
aldea de Jaraguas y mediante unas pequeñas balsas que construyen
y con gran trabajo y sacrificio, obtienen sal que utilizan para
sus necesidades y para la venta, pero que no llega en algunas
campañas a recompensar el esfuerzo que realizan para obtenerla".
En julio de 1952 se acuerda por el ayuntamiento la solicitud de
instalación de un teléfono en Jaraguas. En sesión
del 13 de febrero de 1966, el Ayuntamiento de Venta del Moro ante
la situación desesperada del pueblo y aldeas solicita a
la Diputación de Valencia la realización de obras
urgentes para detener la situación de abandono y, entre
estas obras, se pedía la instalación de fuentes
públicas en Jaraguas, la reparación de su escuela
que estaba en estado de ruina, impartiéndose las clases
en casas particulares y la creación de un botiquín
de urgencia. El problema del abastecimiento de agua potable en
Jaraguas se sucedería durante toda esta época y
fueron varias las propuestas del Ayuntamiento de Venta del Moro
realizadas a superiores instancias para solventar esta cuestión,
aprobándose un presupuesto extraordinario (1965).
Por contra a las estadísticas demográficas, el censo
de viviendas ha ido aumentando durante todo el s. XX: 190 viviendas
en 1.950, 196 en 1.975 y 236 en 1.996. Todas estas viviendas actuales
se encuentran en un buen estado de conservación y muchas
de ellas son reformadas por hijos del pueblo que las disfrutan
como segunda residencia.
Entre los alcaldes pedáneos que se sucedieron tras la guerra
civil, citamos a Francisco Valero (1942), José Monteagudo
(1946), Alberto García, Manuel Pérez, Gonzalo Valero,
Lorenzo García Martínez (1964), Fortunato Monteagudo,
José Monteagudo, Felipe López, Eleuterio García,
Ángel Monteagudo, Teófilo Gallega Ruiz (1986), Rafael
García y, actualmente, Jorge Jiménez Monteagudo.
Éste último es un joven con iniciativas interesantes
que intenta rescatar la antigua vitalidad de la población
a través de propuestas innovadoras (acogimiento de inmigrantes,
recuperación de las salinas como valor cultural y turístico,
edición de un periódico localetc.).
Jaraguas actualmente se encuentra en la crucial encrucijada de
muchas de las poblaciones del interior. Son muchos los jóvenes
que siguen trabajando las viñas y que acuden diariamente
y en fin de semana a Jaraguas, pero que han fijado su residencia
en Utiel, Requena o Venta del Moro. Este fenómeno produce
un cierto entristecimiento y una merma de esperanzas en ciertos
servicios públicos como el de la escuela, con pocos alumnos.
Sería interesante atajar esta cultura de la emigración,
fuertemente implantada en nuestra comarca, que lleva a despoblar
los núcleos pequeños de población en favor
de los grandes. Esperemos que esta negativa tendencia encuentre
su punto de inflexión y, al igual que está ocurriendo
en otras aldeas, también Jaraguas pueda mirar al futuro
con esperanza y sean cada vez más los jóvenes que
apuesten por vivir en contacto con sus raíces y se logre
estabilizar su población.
Por último, señalar que son varios los jaragüeños
que han despuntado en la vida cultural o sindical en estos finales
y principios de milenio como Lucio Monteagudo (secretario nacional
del sindicato agrícola COAG), José Manuel Moragón
(presidente de la COAG comarcal), Mike Beltrán (afamado
dibujante de cómics y director d cortometrajes) o Teófilo
Gallega (arabista con un libro publicado sobre traducción
de poemas árabes).
Evolución demográfica de Jaraguas
Año Habitantes Varones
Mujeres
1.752 10 vecinos
1.870 250 hab.
1.920 564 hab.
1.940 644 hab.
1.950 731 hab.
1.966 669 hab.
1.975 451 hab. 236 215
1.986 361 hab. 180 181
1.994 279 hab.
1.996 266 hab. 133 133
1.999 249 hab. 129 120
Informantes : Ignacia Monteagudo
Monteagudo, Urbano Monteagudo Monteagudo, Mª Victoria García
Sánchez, Laura Monteagudo, María Valero Crespo,
Josefina Nuévalos, Fermín Pardo, Ayuntamiento de
Venta del Moro.
Fuentes documentales y bibliográficas:
Yeves Descalzo, F.A. Geografía e Historia de Venta del
Moro. Venta del Moro, Ayuntamiento, 1977.
Piqueras Haba, Juan La Meseta de Requena-Utiel. Requena, Centro
de Estudios Requenenses, 1997. 2ª ed.
Yeves Descalzo, F.A. Cuentos y Leyendas de mi pueblo: Venta del
Moro. Venta del Moro, Ayuntamiento, 1997.
López Montoya, Jesús "Inicios documentales
de la Iglesia en Venta del Moro". En : El Lebrillo Cultural,
n.8, junio 1998.
"Respuestas generales al Catastro del Marqués de la
Ensenada del lugar de Venta del Moro". 1752 (manuscrito).
Domínguez de la Coba, Pedro. Antigüedad i cosas memorables
de la Villa de Requena, escritas y corregidas por un vezino apasionado
i amante de ella. Manuscrito de 1730, completado en 1790 por el
escribano Antonio Ginés Herrero.
Libros de actas del Ayuntamiento de Venta del Moro.
Lebrillo 15