1878: ARQUITECTURA DEL AGUA EN EL CABRIEL
Autor: Ignacio Latorre Zacarés
“Llevando una gratísima impresión del pintoresco cuanto accidentado valle del Cabriel, lleno por todas partes de bellezas naturales, de incomparable efecto, ya de imponentes murallones verticales de colosal elevación, ya de frondosísimos bosques, en donde reposan los pasados siglos, ó bien de vistosísimos saltos con sus rosarios de cascadas y sus irisados cambiantes. Y entre tanta maravilla sigue su eterno y ondulante arrastre la serpiente de líquida plata, y paga murmurando su tributo al río Júcar”. Antonio Martorell, 1878.
Resumen: la siguiente comunicación analiza la memoria descriptiva de los ríos Júcar y Cabriel realizada en 1878 por el arquitecto Antonio Martorell, comisionado por la Junta de Gobierno de la Acequia Real del Júcar con el fin de reconocer los aprovechamientos irregulares de agua que se realizaban en las cuencas altas de ambos ríos. El artículo se ciñe al reconocimiento realizado sobre el Cabriel.
El Cabriel como río singular de la comarca: breve
descripción
La presente comunicación versa sobre la visita de inspección girada al río
Cabriel en 1878 por una expedición comisionada por la Junta de Gobierno de la
Acequia Real del Júcar. El Cabriel es una de las arterias hidrográficas
principales de la Comarca de Requena-Utiel (también denominada en algunos
ámbitos como Meseta del Cabriel). De hecho, el Cabriel, desde 1851, traza el
límite político entre la comarca y la Comunidad de Castilla-La Mancha y, dada su
abrupta orografía, ha marcado desde hace siglos el difícil tránsito entre la
meseta castellana y el litoral mediterráneo, apenas salvado por históricos
puentes (Pajazo, Vadocañas, Ponseca, etc.). Toda una infraestructura de caminos,
vías pecuarias, ventas, puentes, molinos, presas, etc. han jalonado y jalonan su
trazado.
El Cabriel, como tantos otros ríos mediterráneos e incluso de la vertiente
atlántica, nace en los Montes Universales, en el término de Frías de Albarracín
(Teruel), muy cerca del famoso Nacimiento del río Tajo en las Casas de Fuente
García. Concretamente, su nacimiento se ubica en la Muela de San Juan (igual que
el Turia), monte conocido por ser divisoria de aguas, pues el agua de lluvia, de
deshielo o de sus fuentes bien puede acabar en el Atlántico si se las lleva el
Tajo, o en el Mediterráneo si siguen el curso del Cabriel o del Guadalaviar-Turia.
Muchas veces, su nacimiento real, cuando el río procede seco de Frías de
Albarracín, se produce en el paraje denominada los Ojos del Cabriel ubicado en
el pequeño pueblo turolense denominado El Vallecillo. A los pocos kilómetros de
El Vallecillo, el Cabriel se adentra en la Serranía conquense discurriendo por
los términos de Salvacañete (donde recibe las aguas del Zafrilla), El Cubillo,
Campillo de Paravientos, Boniches (donde recibe las aguas del Río Laguna o
Mayor), Pajaroncillo, Villar del Humo, Cardenete, Víllora, Enguídanos, La
Pesquera, Mira hasta embalsarse en el Pantano de Contreras, tras recibir, entre
otros, las aguas de los ríos Guadazaón, Mira, Moya, Algarra y Narboneta.
En la comarca objeto de este II Congreso, el Cabriel discurre por los términos
municipales de Villargordo del Cabriel, Venta del Moro y Requena, marcando los
límites de poniente y sur de los citados términos con poblaciones
castellano-manchegas (Minglanilla, Iniesta, Villamalea, Casas Ibáñez, Villatoya,
Alborea, Casas de Ves, Balsa de Ves.) y con Cofrentes. A su paso por la comarca,
además de la infraestructura ya comentada de puentes, presas, norias, etc.,
destaca la existencia de aldeas y caseríos, hoy deshabitados en su mayoría, que
han aprovechado tradicionalmente sus aguas originando importantes extensiones de
huertas: La Fonseca, Los Cárceles, Santa Bárbara, El Retorno, Casas de Cárcel,
Casas del Río, etc. También, el Cabriel ha sido históricamente aprovechado para
el traslado de maderadas y de haces de cañas.
262’2 Km. después de su nacimiento, el Cabriel vierte sus aguas al Júcar, en el
embalse de Embarcaderos, justo enfrente del pueblo de Cofrentes.
El Cabriel en su nacimiento. Aunque el nacimiento oficial del Cabriel se ubica
en la Muela de San Juan (Frías de Albarracín), muchas veces su nacimiento real
se produce en unas sorprendentes surgencias de aguas denominadas “Ojos del
Cabriel” muy cerca del pueblo de El Vallecillo (Teruel), despeñándose en una
cascada en sus primeros 100 metros de recorrido
.
El caudal del Cabriel es muy variable. En el tramo alto del Cabriel, en tierras
turolenses y conquenses, el caudal depende del régimen pluvial y nival, por lo
que el río alterna años en que se encuentra ya vigoroso y con fuerza en sus
inicios, con años en que discurre casi seco hasta Boniches en las épocas de
estiaje. Los meses de mayor abundancia de caudal en esta área son los que van de
enero a abril con el máximo de marzo. Aguas abajo del Pantano de Contreras, ya
en plena comarca de Requena-Utiel, su caudal depende totalmente del grado de
desembalse, con épocas (frecuentemente otoño, invierno y parte de la primavera)
en que sólo discurre un mínimo caudal con el aporte de los barrancos y fuentes
que abocan al Cabriel, y épocas en que discurre muy crecido para su utilización
en el riego de zonas litorales, la producción de energía, etc. La Presa de
Contreras, construida en 1.975 y con 984 hm3 de capacidad, ha servido para
dominar las aguas del temible Cabriel, famoso por sus frecuentes riadas que
destruía los puentes de toda la zona y anegaba huertas y parajes adyacentes.
En la actualidad, el Cabriel sigue siendo una importante zona de paso entre la
meseta castellana y todo el área de influencia de Valencia y hasta cuatro vías
de comunicación sortean sus aguas: la vieja carretera del Puerto de Contreras,
la antigua Nacional III Madrid-Valencia, la Autovía III Madrid-Valencia y el
futuro Tren de Alta Velocidad Madrid – Valencia (AVE). También, desde 1995, con
la declaración del Parque Natural de las Hoces del Cabriel en la orilla
castellano-manchega, el río a su paso por la comarca ha experimentado una
importante revalorización mediática y ha sido dado a conocer al gran público por
sus características como ecosistema singular dada su gea, fauna, vegetación
riparia y bellos parajes. En el año 2005, la orilla valenciana que pertenece a
los términos de Villargordo, Venta del Moro y Requena también ha sido declarada
parque natural.
Aunque en la primera mitad del s. XX sus orillas estaban bastante pobladas (La
Fonseca, Vadocañas, Santa Bárbara, Casas de Cárcel, etc.), el implacable éxodo
rural que ha afectado a casi toda la comarca en la segunda mitad del s. XX ha
hecho especialmente mella en las aldeas riacheras, siendo en la actualidad muy
pocas las que subsisten con un escaso poblamiento (Los Cárceles, Casas del Río y
algún caserío disperso).
En la Biblioteca Valenciana, ubicada en el rehabilitado Monasterio de San Miguel de los Reyes (Valencia), se hayan depositados dos ejemplares del impreso que es analizado en la presente comunicación: “Visita á los ríos Júcar y Cabriel: Memoria descriptiva 1878”. La citada memoria registra la autoría del arquitecto D. Antonio Martorell y según consta en la portada, esta obra de 62 páginas fue impresa en el taller de José Doménech (en Valencia, calle Caballeros) en 1879, es decir, un año después de la visita de reconocimiento realizada. Uno de los ejemplares se encuentra en el fondo Manuel Sanchis Guarner y otro en el Fondo Nicolau Primitiu, ambos en la citada Biblioteca Valenciana.
El impreso lo podemos caracterizar como “raro”, pues una vez consultados los catálogos de las bibliotecas y redes de bibliotecas españolas más importantes, sólo hallamos una referencia más al citado impreso en la Biblioteca Nacional de España, aunque esta vez es una copia en versión electrónica, concretamente en CD-Rom, de la citada memoria. En el mismo CD-Rom también se encuentra una copia electrónica de la “Historia y Anales de la ... villa de Utiel” de Miguel Ballesteros.
Tras una breve introducción y consideraciones generales, el impreso relata pormenorizadamente la visita de inspección realizada a los ríos Cabriel, primero, y Júcar, después, entre el 21 de septiembre y el 12 de octubre de 1878. Se detallan todos aquellos elementos arquitectónicos que acompañan a ambos ríos con la descripción de sus características: presas, molinos, acequias, batanes, ruedas, puentes, huertas, etc. Finaliza el impreso con un resumen de todos los aprovechamientos ilegales que se realizan de las aguas. La memoria se firma el 22 de diciembre de 1878.
“Era del conocimiento de cuantos tienen interés en los riegos del Júcar, aguas debajo de su confluencia con el Cabriel...la necesidad de saber de manera cierta y precisa qué pasa en la parte alta de ambos ríos; cuál es la causa ó causas de la visible disminución de sus caudales; si es que sus fuentes se han empobrecido y el tal empobrecimiento produce el presente estado precario de los riegos del Canal del Júcar, siendo al mismo tiempo una terrible amenaza par el porvenir; si es sencillamente que se distraen y aprovechan las aguas en las regiones altas por quién o quiénes no tengan derecho...; si es consecuencia de la continuada escasez de lluvias que hace cuatro años nos aflige, ó si es otra causa para nosotros desconocida...”.
En 16 de septiembre de 1878, la Junta de Gobierno de la Acequia Real del Júcar decide nombrar a una Comisión con el objetivo de que inspeccione los presuntos aprovechamientos de agua irregulares que se estaban produciendo en los ríos Júcar y Cabriel, aguas arriba de Cofrentes. El sempiterno problema de la escasez de agua estaba presente y los regantes del Canal del Júcar en la parte baja de ese río constataban cómo las aguas llegaban con una notable disminución. Es decir, un hecho pasado que bien puede trasladarse a la realidad más actual con los graves problemas de carencia de agua que aquejan a los cultivos y poblaciones de la costa mediterránea. Problema actual con una enorme repercusión mediática que polemiza entre los efectos de un presunto cambio climático, los problemas de un crecimiento urbanístico desmesurado e incontrolado, unos sistemas de regadío obsoletos y unas controvertidas posibles soluciones a partir de trasvases entre cuencas hidráulicas que enfrentan a los habitantes de las diferentes regiones y comarcas.
En 1878 también existía un problema de escasez de agua en el Canal de Júcar que mermaba los posibles excedentes agrícolas de los regantes del citado río aguas debajo de Cofrentes. Las causas de la disminución del caudal de agua no estaban claras. Se aludía a la posibilidad de que la causa fuera la siempre “pertinaz” sequía que ya se prolongaba en aquellos tiempos por cuatro años o que fuera un problema intrínseco a los propios ríos por mengua de sus fuentes. Sin embargo, otra de las posibles causas era el hipotético aprovechamiento irregular de las aguas que se podía estar dando aguas arriba de Cofrentes en las cuencas altas del Cabriel y del Júcar.
La Junta de Gobierno de la Acequia Real del Júcar ante el acuciante problema de la falta de agua para el riego decide averiguar cuál era la causa de esta merma de caudales para obrar en consecuencia. Así pues, se nombra a una Comisión con el fin de que salga en viaje de inspección y se reconozcan los citados ríos y se averigüe si se distraen las aguas en las cuencas altas para usos no regulares.
La Comisión inspectora partió el 21 de septiembre de 1878 hacia Cofrentes a cumplir el encargo de la Junta de Gobierno de la Acequia Real del Júcar y finalizó su labor el 12 de octubre del mismo año. La formación de la Comisión nos indica la seriedad del tema que se trataba, pues en ella figura el propio Presidente de la Junta de Gobierno, un representante de la segunda sección del Canal del Júcar, un síndico, un acequiero y Antonio Martorell, arquitecto, que sería quien redactaría y firmaría el informe. Destaca la elección de un arquitecto como responsable final del informe, sin duda con la intención de verificar y describir técnicamente todos los elementos del río que en la actualidad denominamos “arquitectura del agua”: presas, molinos, ruedas hidráulicas, batanes, martinetes, etc. La comisión fue acompañada por una pareja de la Guardia Civil.
El reconocimiento de ambas cuencas se produce a partir de Cofrentes, pueblo donde se juntan ambos ríos. La inspección elige primero remontar el curso del Cabriel y posteriormente pasar a la cabecera del río Júcar, próxima a la del Cabriel, para descender toda su cuenca hasta volver al punto de partida inicial, es decir, a Cofrentes. Sin embargo, en el término de Boniches (Cuenca), la Comisión observa cómo el Río Laguna o Mayor, procedente de Cañete, vierte sus aguas al Cabriel con un mayor caudal que el propio río principal (fenómeno que también pasa en la actualidad en múltiples ocasiones). Por ello, la expedición decide remontar sólo 12 Km. más el Cabriel y volver a la desembocadura del río Laguna, remontándolo hasta Cañete. Por lo tanto, la Comisión no llega a la cabecera del Cabriel, ya que creía que en el curso alto del río, ante la falta de caudal, ya no existiría ningún elemento importante que aprovechara ilegalmente las aguas. No obstante, aguas arriba de Boniches, el Cabriel sí ha dispuesto de molinos como el de Bolses (El Cubillo), los molinos de Abajo, del Medio, de Arriba y de la Herrería en el término de Salvacañete o el molino de la Cascada de San Pedro en El Vallecillo (Teruel), casi en la cabecera del río. Así pues, tras descender otra vez unos 12 km. el curso del Cabriel, la expedición remontará el Laguna hasta Cañete y desde aquí pasará a Tragacete, en cuya sierra tiene su nacimiento el Júcar.
Confluencia del Río Laguna o Mayor (orilla derecha) con el Cabriel (orilla izquierda) en el término de Boniches. En este punto, la Comisión observa como el río Laguna tenía mayor caudal que el Cabriel, por lo que tras remontar 12Km. más el Cabriel, deciden retornar a la confluencia y remontar también el río Laguna hasta Cañete. Desde Cañete pasarán a Tragacete para reconocer el Júcar desde su nacimiento hasta Cofrentes.
El reconocimiento se produce por secciones y cada sección equivale a una jornada de trabajo. En total, el Cabriel fue remontado (hasta el término de Boniches y Cañete en el caso del río Laguna) en 9 jornadas, que la Comisión expedicionaria estima en 301 Km. aproximadamente (en realidad el Cabriel dispone de 262 Km. de principio a fin según datos de la Confederación Hidrográfica del Júcar). El río Júcar se descendió desde Tragacete a Cofrentes en 10 secciones o días que equivalen a unos 450 Km. (en total desde el nacimiento hasta la desembocadura en el Mediterráneo, el Júcar posee 497 Km. según las mismas fuentes). En la memoria se describen todos los elementos hidráulicos y huertas que jalonan el paso de ambos ríos, pormenorizando los detalles en la construcción de las presas. Generalmente, se cita en los términos municipales donde se ubican los diferentes elementos descritos, aunque en algunos casos se producen evidentes confusiones de términos.
Para la realización del trabajo, Antonio Martorell utiliza de guía la memoria efectuada por Moros y Morellón en 1845 que también versaba sobre la cuenca del Júcar.
Al final del reconocimiento del Cabriel, se encuentran en este río un total de 45 presas o azudes de diferente rango (según el propio recuento de la Comisión), 18 molinos harineros con 53 piedras o muelas, 5 batanes, 1 martinete laminador de hierro y cobre en Contreras y 15 norias y ruedas hidráulicas. Las estimaciones de hanegadas de huerta regadas ascienden a más de 9.500, y de éstas unas 1.730 se estiman de riego irregular. El río Júcar registra un mayor aprovechamiento, en parte debido a su mayor longitud, y se contabilizan en su cauce hasta Cofrentes 58 presas, 132 norias, 4 ruedas, 60 molinos con un total de 199 piedras, 12 batanes, 1 martinete, 3 fábricas de hilatura de lana, 2 herrerías y 3 fábricas de papel.
La descripción detallada del Cabriel que nos procura Antonio Martorell permite destacar ciertos elementos y hechos que confirman una visión de un río que a fines del s. XIX era ya intensamente explotado con aprovechamientos ahora en desuso en la mayoría de casos.
El Cabriel era un río utilizado para el transporte de maderadas como atestiguan diversas descripciones de presas que coinciden en dejar un portillo, generalmente el central, practicable para el paso de maderas. Así en la Presa de Basta, la de Casas del Río, la de Villatoya, la de Vadocañas y la de Vicente (aguas arriba del Pajazo) se dispone de portillo para el paso de maderas, llegando incluso a afirmar que en la de Villatoya su dueño cobraba por el citado tránsito de material. La memoria afirma que estas mismas maderas son conducidas después por el Júcar. Este uso está constatado también durante la primera mitad del s. XX.
Sin duda, el elemento fundamental de la memoria son las presas o azudes, que se encuentran a lo largo de todo el Cabriel con su función de retener al agua que aprovecharán acequias, caces, norias, molinos, batanes, etc. Aquí, el término de presa se emplea en sentido genérico con el significado de una construcción que retiene el agua para su aprovechamiento y, dada la envergadura de las construcciones que describe la memoria, hablamos muchas veces en realidad de azudes. La categoría de las presas es muy diferente, siendo algunas de ellas muy modestas (sólo de estacas y ramaje) y otras ya de cierta importancia. Según su categoría, el autor las califica como presa, presones o presoncillos. Antonio Martorell describe su construcción en el que intervienen diferentes elementos como la piedra en seco, durmientes, estacas, caballos, muros de mampostería y mortero, ramaje, etc. En algunos casos, su construcción es tachada por el arquitecto como de “malísima”.
Entre las presas, el arquitecto destaca como la mejor la Presa del General Crespo en el término de Enguídanos, con una construcción muy sólida a base de pilotaje, mampostería en seco y concertada, forma perfectamente regular con escarpa de 4 m., contraescarpa de 6 m. y altura de 2’25 m. Esta presa consigue mover las cuatro piedras o muelas del molino del mismo nombre. La memoria también indica la mayor o menor antigüedad de cada presa, con el fin de diferenciar entre las presas establecidas con anterioridad y con derechos sobre el riego y todas aquellas presas que se habían realizado en los últimos años y supuestamente sin derechos. Así pues, la supuesta antigüedad de algunas de las presas así calificadas no se remonta más allá de 30 años. Sí define la Presa de los Trancos, en los términos de Casas Ibáñez y Requena, como de mucha antigüedad y que con sus 3 m. de anchura y 2 m. de altura da agua a la Acequia del Retorno. También es calificada como antigua la Presa de Casas del Río que da agua por ambos márgenes al Molino de Cuellar, el del Conde y su célebre noria. La Presa de la Terrera (Casas Ibáñez y Venta del Moro), es descrita como antigua, con 4 m. de ancho y 1’25 de anchura que mueve un batán y un molino harinero. Asimismo como antiguas, se citan la Presa de los Cárceles de 2 m. de anchura por 2’25 de altura; la Presa de Vadocañas (entre Iniesta y Venta del Moro), de unos treinta años y de buena construcción; la Presa de los Cuchillos (Venta del Moro y Minglanilla), también citada como antigua, de unos 3 m. de ancho por 2’25 de altura y que alimenta dos ruedas que sirven agua a 250 hanegadas y un molino de dos piedras. Además, la memoria reseña la importancia de la Presa de la Vuelta de Contreras que mueve un martinete laminador, un molino de cuatro piedras y una rueda.
En Vadocañas existía una presa de cierta importancia de 30 años de 3-5 metros de anchura por 2’20 de altura que movía el molino de cuatro muelas de Miguel Risueño en la orilla de Iniesta y un batán en la orilla de Venta del Moro. La presa estaba dotada de portillo para el pase de maderas.
Son bastante las ruedas con función de noria que se encuentran al paso del río con la función de elevar sus aguas para el riego de huertas. Las ruedas son verticales con cajones y palas de madera (en algún caso de barro cocido en vez de madera) y sobre ellas, el autor destaca la imperfección de su sistema, montaje y construcción, de tal forma que llega a afirmar “que escasamente aprovecharán el 5% del trabajo desarrollado por el motor”. Cuando el sistema es de doble rueda vertical el autor las define como norias en muchos casos. Entre las norias y ruedas, se citan la de la Presa del Molinillo (Villatoya) con una noria de doble rueda vertical de cajones; una rueda en la Presa de Tamayo (Villamalea); una rueda en la Presa de Casas del Río de 10 m. de diámetro; otra rueda en el presoncillo de la Casa de las Torreras (Casas de Ves); en la Presa del Molinillo (Villatoya) una noria de dos ruedas; otra rueda vertical de cajones en Tamayo; otra rueda en la Presa Quemada (Villamalea); otra rueda vertical pero con cajones de barro cocido es la de la Fonseca (Venta del Moro); dos ruedas en la Presa de Los Cuchillos (Minglanilla); dos ruedas separadas por 100 metros en la Vuelta de Contreras; una doble rueda en la presa que forma el propio Puente de Pajazo y dos ruedas más en el término de Camporrobles (una en la Presa del Tío Piqueras). Aguas arriba del término de Camporrobles, la Comisión ya no localizó más ruedas.
Curiosamente, en la descripción del Júcar, cuando llega a la planicie existente entre los términos de El Picazo y Casas de Benítez, comenta que existen más de 100 norias, pero movidas con los pies de los propios agricultores.
Rueda de Los Basilios, unos 5 km. aguas abajo de Los Cárceles en la orilla de Villamalea. Sus aguas se remansaban gracias a una presilla aún existente, las aguas que elevaba la rueda se vertían sobre una acequia. La rueda ha sido recientemente restaurada.
Los puentes no son objeto de descripción de la memoria y, como ejemplo, baste citar que no es nombrado el de Vadocañas. Los puentes en sí no suponen una alteración del discurrir de las aguas y, por tanto, en un principio, no presuponen un abuso irregular de las aguas. No obstante, en algunos casos se mencionan los puentes que permiten vadear el incontrolable Cabriel de aquella época. En Cofrentes, se cita el Puente del Cabriel, ya que 6 Km. aguas arriba se ubica la también llamada Presa del Cabriel que da agua al Molino de Gregorio y José Correcher. De pasada también se cita el Puente de Tamayo (puente que frecuentemente las riadas han derribado), que une las orillas del Cabriel entre Villamalea y Venta del Moro.
Más interesante es la descripción del Puente de Pajazo, hoy bajo las aguas del embalse de Contreras, histórico paso entre la Meseta castellana y el Levante mediterráneo por el camino real, donde se pagaba el derecho de pontazgo (tal como atestiguan los documentos del Archivo Municipal de Requena). El propio puente ejercía de presa y al respecto la descripción es la siguiente:
“Aguas arriba y á poca distancia de la presa (se refiere a la Presa antigua de Villargordo), se encuentra el puente de Pajazo, sobre cuyos ojos existe una embarrerada, haciendo oficio de presa, para mover una doble rueda vertical de cajones que eleva las aguas al riego de una huerta que de antiguo se cultiva en la margen derecha junto al mismo puente: este es de la carretera antigua de las Cabrillas, y junto a él existe un edificio que fue parador de la carretera y hoy está dividido en tres habitaciones que ocupan los colonos de la mencionada huerta. También hay á la salida del puente, en la margen derecha, tres corrales de ganado.”
Otro elemento muy destacado en la memoria es la gran cantidad de molinos que aprovechan las aguas del Cabriel, generalmente a través de sus presas. Se citan, además, las piedras o muelas que posee cada molino. Habrá que precisar que cada piedra citada equivale en realidad a dos piedras, como bien nos recuerdan los tratados de molinería: la muela solera (o fija) y la corredera. Los molinos eran de agua y en casi todos los casos especifican que son harineros. Entre los muchos molinos que se describen, cabe destacar los de cuatro ruedas o muelas como el Molino de Abellán (aguas abajo de Los Cárceles, en término de Villamalea) cuya presa también daba agua a un batán; el Molino de Miguel Risueño en Vadocañas con un rodete motor; el Molino de la Vuelta de Contreras; el Molino de Don Melitón aguas arriba de Villargordo que era movido por las propias aguas sin necesidad de presa; el Molino de Villargordo, con receptores rodetes o el Molino de Vicente (2 km. aguas arriba del Puente de Pajazo), en la margen derecha del río. De tres piedras eran el Molino de la Terrera y el Molino de Tamayo. El resto, hasta 18 molinos, eran de una o dos muelas.
Los Cárceles (Venta del Moro y Villamalea). Detalle de las casas de la aldea en la orilla de Villamalea y vista aéreas del Cabriel a su paso por el paraje donde según la memoria se ubicaba una presa de remota antigüedad de 2 m. de ancho por 2’25 de altura, dotada de portillo en la margen derecha para el paso de maderas. La presa daba agua a un molino en la orilla de Villamalea de cuatro piedras y un cubo y regaba 60 hanegadas de huerta en la orilla de Venta del Moro (margen izquierda en la foto).
En otras ocasiones, el agua era aprovechada para mover martinetes, aunque en el Cabriel sólo se reconoce un martinete laminador de hierro y cobre en Contreras. Más usual era el empleo del agua para mover batanes. Cinco son los batanes que se encuentran en el discurrir del Cabriel: en La Terrera, en la Presa del Molino Abellán, en Vadocañas en la orilla de Venta del Moro, el batán de Cristinas (anteriormente fue herrería) en el término de Pajaroncillo y otro batán en el Salto de Víllora, que en este caso era movido por el propio río sin necesidad de presa.
Las aguas del Cabriel eran también aprovechadas para regar extensiones de huertas, en algunos casos considerables. Destacan las huertas de Basta cuya presa riega 1.500 hanegadas; la acequia del Retorno era de unos 7 km. y regaba diferentes campos que en total suponían unas 400 hanegadas; las huertas regadas por la Presa de Cuevas Blancas eran de unas 500-600 hanegadas; la Presa Palomarejos (Villamalea) regaba 400 hanegadas de huerta y también en Villamalea, la Presa Quemada regaba 1.000 hanegadas. En la Fuencaliente, gracias a su nacimiento de agua, se regaban hasta 1.500 hanegadas de huertas (junto con Balsta, la extensión mayor de huertas en el Cabriel), destacando el autor su “frondosidad pasmosa”. En la actualidad, las casas y huertas de Fuencaliente se encuentran totalmente anegadas por el embalse de Contreras. Río arriba, en Pajaroncillo se llegaban a regar 500 hanegadas al igual que en Boniches gracias a un presón de piedra suelta. Pero son muchas más las extensiones menores de huerta que son regadas por el Cabriel.
Puente de Hierro en Los Cuchillos de la Fonseca (Minglanilla, Venta del Moro, Villargordo). En Los Cuchillos de la Fonseca se ubicaba una antigua presa que movía dos ruedas verticales de cajones y un molino harinero de dos muelas en la margen izquierda. Se regaban 150 hanegadas en la orilla manchega y 100 en la valenciana. (Foto Julia Cerrillo).
Y junto con las huertas, son muchos los caseríos y casas de labranza que la expedición encuentra a su paso, que en algún caso son contadas por la Comisión expedicionaria: 7 casas en Cuevas Blancas con sus huertas aledañas; 5 caseríos en la Presa Palomarejos; 10 en la Presa Quemada; 5 casas de labranza en el Molino de Abellán; 4 caseríos y una casa de labranza en Los Cuchillos; hasta 60 vecinos todos con huertas en Fuencaliente; 11 caseríos de colonos en la Presa de Cañaveral (La Pesquera); 4 casitas en el Presón del General Crespo (Enguídanos) y dos casas más abajo. 3 casas de campo y un caserío en las huertas de la Fuente del Agujero en término de Cardenete y, finalmente, 3 casas de campo entre 120 hanegadas de huerta en el término de Pajaroncillo.
La memoria que analizamos tiene un carácter muy descriptivo y en pocas ocasiones realiza juicios de valor. Parece que el encargo realizado por la Junta de Gobierno de la Acequia del Júcar se ciñera a una mera inspección del estado de los ríos y sus aprovechamientos para posteriormente decidir las posibles causas de que el Júcar llegue con tan escasas aguas a los regantes del litoral y sus posibles soluciones. Así pues, aparte de la descripción general de la cuenca, se realiza un resumen de los presumibles usos irregulares del agua con “el objeto de servir fácilmente de punto de partida á las acciones que convenga entablar, en bien de los intereses de la comunidad”. No obstante, muchas veces el autor deja traslucir que sí existía un uso irregular de las aguas y hasta un abuso en su utilización. Se refleja que la construcción de ciertas presas modernas o la práctica de ciertos regadíos se realizaban sin derecho alguno o con derecho dudoso. En total, el autor cifra como unas 1.730 hanegadas regadas con aguas retenidas por presas de nueva construcción; presas que siguiendo sus propias palabras “es lícito investigar á ciencia cierta el derecho con que están establecidas y corregir los abusos que resulten patentes”. Además, se advierte que, dada las características del terreno, es probable que estos riegos irregulares se extiendan considerablemente. También menciona en otros casos, la utilización antigua de derechos de aguas de carácter inmemorial.
En el caso del Júcar, destaca la crítica al uso abusivo de las aguas que se realiza en tres fábricas de papel ubicadas en Villargordo del Júcar y Fuensanta, todas ellas del mismo propietario, D. Modesto Gosálvez: “Diríase al ver esta extraordinaria construcción, que dicho señor es, al mismo tiempo que de la fábrica, propietario también del río, que corta, desvía y maneja á su sabor, conduciéndolo entero al interior de su casa, empleándolo allí para fabricación, fuentes, riegos nuevos y en cuanto bien le parece, y devolviendo los restos al cauce, como sobra o residuo que se arroja hoy, y que tal vez se arrojará mañana con merma considerable; pues no es fácil prever hasta qué unto se estenderá el riego y empleos industriales, dado que se procede al parecer como si el mar y en él la desembocadura estuviera á 10 metros de la fábrica, sin aprovechamiento alguno intermedio.”
De todas formas, tampoco la descripción de los ríos y sus aprovechamientos, irregulares en bastantes casos, despeja la duda de si la causa fundamental de la merma de aguas río abajo de Cofrentes son principalmente los usos que se dan a los ríos Júcar y Cabriel en sus cuencas altas, o bien si la causa principal es esa sequía de cuatro años a que se refiere el impreso en su inicio.
Actual Presa de Contreras y Puente de Lucio del Valle (1851) en la antigua carretera de Contreras. El Cabriel en Contreras continúa siendo una zona crucial de paso entre la Meseta castellana y el Levante mediterráneo. La memoria de 1878 ubicaba en Contreras una antigua presa de poca importancia que movía una rueda que elevaba las aguas para el riego de 100 hanegadas y otra presa antigua de mayor importancia que movía un martinete laminador de hierro y cobre, un molino harinero de 4 piedras y una rueda vertical de cajones que regaba 20 hanegadas de huerta. (Foto Julia Cerrillo).
El reconocimiento de los ríos Júcar y Cabriel debió ser un trabajo muy arduo debido a que muchos de sus tramos son bastante abruptos y escarpados y su seguimiento aguas arriba tuvo que ser muy complicado. Pero también, el encargo debió de ser muy interesante y en algunas ocasiones se comprueba cómo la fría descripción técnica de la arquitectura del agua proporcionada por Antonio Martorell deja paso a la emoción ante el paisaje que rodea al arquitecto y que queda reflejado en la memoria.
Así pues, cuando la Comisión llega al Salto de Víllora, Martorell deja aparte la literatura técnica y no puede dejar de definir este asombro de la naturaleza (comprobable hoy en día) como una “magnífica sucesión de cascadas, por donde se precipitan las aguas del Cabriel, desde una altura seguramente mayor de 70 metros, produciendo uno de los más bellos espectáculos que ofrece la naturaleza, impresionando simultáneamente la vista y el oído”.
Cuando finaliza la Comisión el reconocimiento del Cabriel y se dispone a marchar hacia el nacimiento del Júcar en Tragacete, el autor no quiere terminar la descripción del río sin comentar la muy agradable impresión general que le produjo el Cabriel con estas palabras:
“Llevando una gratísima impresión del pintoresco cuanto accidentado valle del Cabriel, lleno por todas partes de bellezas naturales, de incomparable efecto, ya de imponentes murallones verticales de colosal elevación, ya de frondosísimos bosques, en donde reposan los pasados siglos, ó bien de vistosísimos saltos con sus rosarios de cascadas y sus irisados cambiantes. Y entre tanta maravilla sigue su eterno y ondulante arrastre la serpiente de líquida plata, y paga murmurando su tributo al río Júcar”.
También el Júcar es digno de la admiración de este técnico y, al acabar su descripción, el autor abandona la jerga técnica y escribe el párrafo siguiente: “Difícil sería dar una idea de las bellezas panorámicas, geológicas y de vegetación que ofrece el dilatadísimo y accidentado valle del Júcar: los más empinados riscos, las más altas cortaduras, las escalonadas series de montañas, los sombríos, poderosos y dilatados bosques, las estrechísimas sendas suspendidas sobre horrorosos abismos, los rápidos, cascadas y lagunas y otros muchos objetos de atónita admiración, eran variados espectáculos que llevaban nuestro ánimo suspenso de maravilla en maravilla viendo por todas partes y en todos los momentos las marcas o señales indelebles de la incontrastable acción de las grandes fuerzas naturales. El espectáculo de lo sublime ha sido la inmediata compensación de las fatigas inherentes a nuestra larga y especial peregrinación por tan escarpados y peligrosos caminos”.
Hoz del Purgatorio (Venta del Moro – Minglanilla): “Llevando una gratísima impresión del pintoresco cuanto accidentado valle del Cabriel, lleno por todas partes de bellezas naturales, de incomparable efecto, ya de imponentes murallones verticales de colosal elevación, ya de frondosísimos bosques...”
· Sección primera: Cofrentes – Casas del Río. 19 Km. aprox.
· Sección segunda: Casas del Río – Villatoya. 31 Km. aprox.
· Sección tercera: Villatoya – Molino de Los Cárceles. 38 Km. aprox.
· Sección cuarta: Los Cárceles – La Fonseca. 45 Km. aprox.
· Sección quinta: La Fuenseca – Villargordo del Cabriel. 26 Km. aprox.
· Sección sexta: Villargordo del Cabriel – Enguídanos. 33 Km. aprox.
· Sección séptima: Enguídanos - Cardenete. 23 Km. aprox.
· Sección octava: Cardenete - Pajaroncillo. 32 Km. aprox.
· Sección novena: Pajaroncillo - Cañete. 54 Km. aprox.
Nota: la Comisión expedicionaria abandona el Cabriel a la altura de Boniches por creer que no existían riegos ni elementos de importancia río arriba hasta su nacimiento. Remontan el río Laguna o Mayor desde su confluencia con el Cabriel en el término de Boniches hasta Cañete sin advertir ningún elemento reseñable.
Asociación Cultural Amigos de Venta del Moro
II Congreso de historia comarcal, “El agua, un bien común”